Paysandú, Lunes 10 de Febrero de 2014
Opinion | 10 Feb Los habitantes de la Ciudad de la Costa viven en una “zona de desastre” debido a varios factores, entre los cuales se destacan las inundaciones a raíz de las intensas precipitaciones, pero también por la desidia y desinterés de las sucesivas autoridades que durante décadas dejaron pasar un problema que algún día iba a colapsar.
Los memoriosos cuentan que en su momento era impensable que se diera una situación así, en tanto, el escaso poblamiento aseguraba otras condiciones de vida. Los técnicos, por su lado, observaban de reojo las características del terreno y la cercanía de la napa a la superficie.
No obstante, pasaron los años y con ellos los gobernantes. Ciudad de la Costa siguió poblándose y continuó con el mismo problema: ausencia de saneamiento, cordón cuneta y correcta canalización de los pluviales. Con un aspecto no menos novedoso y es que la zona ha sido elegida por habitantes de alto poder adquisitivo, por tanto, se han realizado otras inversiones allí.
A pesar del aumento sostenido de la población, no se dio el desarrollo directamente proporcional y se observa en Canelones, lo que se confirma en otras partes del país --incluso en Paysandú-- la falta de planificación territorial que haga sustentable un barrio, una industria o un proyecto en particular y devuelva a la sociedad el fin último, que es una convivencia en paz entre hombre y naturaleza.
Aquí ocurre todo lo contrario. Los habitantes del lugar miran al cielo cada vez que llueve, rogando porque las precipitaciones no sean intensas, en tanto saben que se exponen a anegamientos, obstrucciones de servicios, aparición de alimañas e imposibilidad de sobrellevar una vida diaria en condiciones dignas.
Esta “ciudad” de 112.000 habitantes fue creciendo ante la mirada permisiva de todos los organismos con ingerencia en el tema, algunos de los cuales prefirieron no ver lo que se venía porque recaudaban sumas considerables por concepto de impuestos.
Y así se fue forjando Ciudad de la Costa, una zona ubicada en el área metropolitana, a escasos kilómetros de la capital del país, que también ha sido un factor fundamental para su elección. Hoy, la inoperancia que reinó durante décadas, devuelve la explicación a todos los por qué posibles y confirma que el Ordenamiento Territorial no es un aspecto que interese en las campañas políticas.
Justamente todo lo contrario. Debería serlo, para obligar y obligarse a cumplir con reglas mínimas de la Naturaleza que nos pasa factura de lo que hemos hecho con ella y para evitar que se desgasten los recursos humanos y económicos escasos ante esta situación de contingencia. Ciudad de la Costa ya “está jugada” y le llevará muchísimos años arreglar este problema. Sin embargo, es un ejemplo del “laissez faire, laissez passer” o dejar hacer, dejar pasar, que nació en la fisiocracia francesa, que afirmaba la existencia de una ley natural por la cual el buen funcionamiento del sistema estaría asegurado sin la intervención del gobierno.
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