Paysandú, Sábado 15 de Febrero de 2014
Opinion | 15 Feb El intento del gobierno argentino de aplicar a rajatabla el mecanismo de “precios cuidados”, pretendiendo que el aumento del dólar no se traslade a precios de todos los artículos, sin dudas forma parte de la estrategia de la administración de Cristina Kirchner de seguir echándole la culpa a otros de las equivocaciones propias por medidas populistas de su gobierno.
En este caso, tras la devaluación obligada de un peso argentino que tenía una cotización oficial mentirosa del dólar, y con un precio que lo duplicaba y triplicaba en el mercado negro, la administración kirchnerista apunta a que las subas obedecen a las maniobras de “especuladores” y del sistema financiero para seguir presionando sobre la economía a efectos de que se desate una suba masiva y se siga devaluando la moneda del vecino país.
Ocurre que a través de los subsidios delirantes y control administrativo, así como de crecientes impuestos y detracciones a sectores productivos del agro, se ha pretendido mantener vigente un esquema a contramano de todo sentido común, pero ahora “la culpa” es de los especuladores luego que el gobierno ajustara la relación cambiaria pretendiendo evitar la fuga masiva de divisas.
Lamentablemente, en esta campaña de la “culpa de los otros” el gobierno es apoyado por sectores radicales que no solo manifiesan que creen a pie juntillas lo que se les dice, sino que son instigados y posiblemente financiados por grupos allegados al gobierno, que se han embarcado en esta campaña de victimización por las maniobras de los especuladores y los “vendepatria”.
Además, ahora se han dedicado al “escrache” de algunos los presuntos culpables identificados por el gobierno, como la compañía Shell, que había subido primero los combustibles un diez por ciento, y ahora ajustó recientemente los precios a la baja para acompasarse a la suba del orden del seis por ciento dispuesta por la administración de Cristina Kirchner, cuando poco antes había dicho que no había que subir los combustibles ni un peso.
En las últimas horas estaciones de servicio de esta compañía se vieron rodeadas por integrantes de la tristemente célebre organización extremista “Revolucionarios del Quebracho”, provistos de palos y con las caras y cabezas cubiertas, para evitar ser identificados, en una clara forma de intimidación de quienes se atrevan a desafiar las directivas del gobierno.
Se trata de reductos de intolerancia y antidemocráticos, naturalmente, que provocan escalofríos y parecen traídos de las épocas del siniestro López Rega, sembrando el miedo al ejercer la violencia contra quienes opinaban distinto. Un pésimo camino, en el que tiene gran responsabilidad un gobierno que debería dar ejemplo de ponderación y de convocar a la paz, en lugar de seguir buscando culpables por aquello en lo que tiene exclusiva responsabilidad.
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