Paysandú, Martes 18 de Febrero de 2014

Una década de crecimiento de la producción primaria

Opinion | 16 Feb Un informe del Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable (ICTSD), que recoge EL TELEGRAFO, da cuenta de que luego de un estancamiento de dos décadas, la evolución del precio internacional de los commodities alimenticios ha sido muy favorable desde el año 2003 en adelante, lo que repercutió en la evolución de los términos de intercambio de la gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
Sin dudas que este factor, como hemos indicado en más de una oportunidad, ha sido determinante para el crecimiento económico de América Latina en la última década, y ha sido consecuencia de un escenario internacional favorable impulsado por la demanda, el crecimiento poblacional en Asia y África, la producción de biocombustibles, las compras a futuro y el cambio en los hábitos de consumo por el aumento en el ingreso en esas regiones del mundo.
El mismo informe a la vez da cuenta de que las limitaciones de la frontera agrícola, los fenómenos climáticos, los escasos niveles de productividad agrícola en algunas regiones y la aplicación de políticas proteccionistas son factores que han limitado la proyección de la explosión agrícola.
Igualmente, las proyecciones efectuadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura para el período 2011-2020 siguen mostrando para algunos productos de suma importancia en la canasta exportadora de los países del Mercosur un crecimiento respecto a la década anterior, pero de todas formas se espera un escenario con mayores fluctuaciones en un futuro más o menos inmediato
Como revelan los sucesivos informes que se han dado a conocer en esta década, en los últimos años todos los países del Mercosur han registrado una explosión agrícola y agroindustrial sin precedentes, y la combinación de esos factores llevó a que el bloque profundizara sus ventajas comparativas en la producción agrícola en el plano internacional, transformándolo en un proveedor internacional de alimentos de importancia en términos estratégicos.
A la vez, estas exportaciones han sido determinantes para que en toda la región fueran creciendo sucesivamente los ingresos de divisas a los países productores, siendo responsabilidad de cada país establecer el destino y prioridades de estos ingresos excepcionales, por cierto que luego de muchos años de dificultades y no pocos de crisis en la región.
Y en las políticas y destino de recursos surgen claras diferencias, porque están los que han maximizado sus ventajas comparativas y reinvertido en infraestructura de apoyo a los sectores productivos, con mayor o menor eficacia y volumen de dinero, y por otro lado naciones como Argentina, que cuenta con enormes recursos naturales y potencial productivo, que ha desaprovechado la fiesta agrícola regional al colocar al sector como una fuente inagotable de recursos para financiar subsidios y políticas populistas.
Por esta causa ha ahuyentado hacia países vecinos --entre ellos Uruguay como gran beneficiado-- a parte de su fuerza productiva y generado inversiones que explican el gran desarrollo del cultivo de la soja en nuestro país. El gran salto exportador uruguayo precisamente encuentra su explicación en la importancia adquirida por las exportaciones de soja, producto que prácticamente no era implantado en el país antes de 2001 y que pasó a ocupar la primera posición en 2012, superando incluso a las exportaciones de carne, uno de los productos estrella de las exportaciones del país desde que existen las estadísticas.
Las exportaciones uruguayas de productos agrícolas alcanzaron una suma cercana a los U$S 6.000 millones, creciendo a una tasa anualizada del 18% entre los años 2001-2012, la más alta del Mercosur junto con Paraguay.
Además, Uruguay es el país del Mercosur que ha registrado el mayor salto en la importancia de los productos agrícolas frente al total exportado, lo que podría ser visto como una sostenida reprimarización de las exportaciones. Pero, como sostiene el dicho, la felicidad nunca es completa, porque la explosión productiva se basa en vender productos primarios con nulo o escaso valor agregado, en tanto se requiere inversiones en logística para potenciarlos y mejorar la competitividad, para lo que se necesitan recursos que lamentablemente no han tenido en su mayoría este destino. En resumen, pese a que los cultivos han requerido tecnificación y actualización tecnológica, entre otras inversiones que incluyen el conocimiento, no es menos cierto que el real valor agregado se le sigue dando en el exterior, y ello explica que el Uruguay y países de la región hayan tenido una década de crecimiento pero no de desarrollo.
Así, todos los países de la región sufrieron una reprimarización de su estructura exportadora, lo que generó un debate sobre las implicancias de dicho fenómeno en el desarrollo económico, y genera fundadas dudas sobre la sustentabilidad del proceso, tan pronto se registren cambios, como siempre es de esperar en el escenario económico internacional y sobre lo que siempre se debe estar alerta, sobre todo teniendo en cuenta que se ha perdido el tren en cuanto a establecer un colchón de recursos producto de los ingresos extra para estar más o menos a cubierto de avatares.


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