Paysandú, Miércoles 19 de Febrero de 2014
Opinion | 16 Feb Los gobiernos progresistas de la región han alcanzado los mayores índices económicos de la última década y en comparación con los procesos atravesados por otras administraciones han potenciado su relacionamiento con otros países del mundo, fundamentalmente con Europa. Tal es el caso de Brasil, que se transformó en poco tiempo en la sexta economía del mundo por su Producto Bruto Interno (PBI) nominal de más de U$S 2.400.000 y las reformas económicas le valieron el reconocimiento internacional hasta el punto de sentarse a la mesa “de los grandes”, tener voto y decidir.
O el de Argentina, que tiene un PBI de más de U$S 475.000 millones y su participación en el G-20 le ha otorgado una voz destacada en la región. Incluso la economía uruguaya creció 5,6% en el segundo trimestre de 2013, con datos auspiciosos pese a la situación que se comprueba a nivel global.
En el caso uruguayo, las exportaciones crecieron más que las importaciones, lo que significó en el segundo período del año pasado que “se registrara un menor saldo negativo en el volumen físico de las transacciones de bienes y servicios con el exterior”, según el Banco Central.
Sin embargo, estos índices económicos regionales no incidieron de manera directamente proporcional en algunas poblaciones que permanecen vulnerables. En Brasil, uno de cada cinco jóvenes de 15 a 29 años no estudia ni trabaja y de ese total, más del 70% son mujeres, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística. Incluso, el 58,4% de las mujeres desocupadas están al cuidado de al menos un hijo y esta proporción crece con la edad, porque un 30% de las adolescentes de 15 y 17 años está en esta situación y así sucesivamente.
En Argentina, las cifras son similares, en tanto, uno de cada cuatro jóvenes entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja, ubicándolos en el 20% de esa franja etaria, totalizando casi un millón de personas, según cifras oficiales.
En Uruguay hay 36.000 jóvenes en la misma situación, de los cuales el 36% completó Primaria y el 47% tiene Ciclo Básico incompleto.
En cifras globales, una mejora sustancial en los indicadores económicos de América Latina no incidió en la población vulnerable compuesta por jóvenes y mujeres, que siguen manteniendo los mismos problemas de inserción social y laboral.
En el último informe “Trabajo Decente y Juventud en América Latina: Políticas para la acción”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se conocieron cifras desalentadoras para el continente porque el desempleo juvenil se mantiene en el doble de la tasa general, y es el triple comparada con la población adulta.
Los jóvenes representan al 43% de los desempleados de la región y confirma que las políticas instrumentadas no han alcanzado --a nivel global-- a la población objetivo. No obstante, pertenecen al colectivo que recibe más discursos políticos en tiempos electorales, cuyas campañas confirman --a su vez-- las enormes dificultades en presentar una renovación.
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