Paysandú, Domingo 23 de Febrero de 2014

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 23 Feb Cómo llegó Latinoamérica y Uruguay al siglo XXI, llamado “del conocimiento”
Si seguimos como en estos últimos años, vamos a estar en problemas peores que los que ya tenemos. Antiguamente se admitía que los países poseedores de materias primas tenían asegurado su futuro, porque vivirían de ellas y además ganarían divisas con su exportación. Y así llegamos al final del siglo XX. Pero la cosa cambió y la realidad lo muestra en números.
El profesor de la Universidad de Harvard Juan Enriquez Cabot sostiene que la ex Unión Soviética, que era el país con más recursos naturales del mundo, se fundió. Países como Sudáfrica con sus diamentes, Brasil y Argentina con sus productos agrícolas así como Arabia Saudita, Nigeria, Venezuela y México con su petróleo, no han logrado superar la pobreza dado que tienen ahora más pobres que hace veinte años. Por el contrario naciones sin recursos naturales como Luxemburgo, Malasia, Taiwán, Israel, Singapur, Leichtesntein, están entre los que tienen los ingresos per cápita más altos del mundo. Ejemplo, Luxemburgo con U$S 54.000 de ingreso por persona/año.
En la década de 1960 las materias primas constituían el 30% del producto bruto mundial. En poco más de 50 años pasaron a representar apenas el 4%. El grueso de la economía en el mundo está en el sector de los servicios con un 68% y el sector industrial con el 29%. La IBM y Microsoft tienen más ingresos que las empresas que producen alimentos o diferentes materias primas.
A principios del siglo XX de las 12 compañías más grandes de Estados Unidos, diez producían materias primas o alimentos. De esas quedan dos: Exxon y Philip Morris. Pero en América Latina siguen en las materias primas. Las cuatro empresas más grandes de la región son petroleras: Pemex, Pdvsa, Petrobras y Pemex Refinación.
El ejemplo más claro de adaptación a ese cambio lo ha dado Finlandia. Aprovechando la guerra mundial 1914-18 y la explosión de la revolución comunista de 1917, se reveló contra la opresión tiránica de Rusia y se independizó a partir de 1919. Se salvó así de la Rusia zarista y de ser arrastrada y devorada por la revolución marxista leninista. O sea del comunismo que fundó y fundió la URSS (1917 – 1989 - QEPD)
Superado ese momento histórico, pasó a ser uno de los mayores productores y exportadores de madera, después pasó a ser exportador de muebles, luego se especializaron en el diseño de muebles y de allí pasó a especializarse en el diseño de tecnología y hoy es conocida mundialmente por los teléfonos celulares Nokia. Esa empresa empezó en 1865 como maderera, a mediados del siglo XX diseñaba y hacía muebles, en 1967 se fusionó con otra que hacía neumáticos y cables y de allí pasó a las telecomunicaciones. Hoy tiene 51.000 empleados y vende en un eje de los 40 millones de dólares anuales. Eso solo es más de cinco veces el producto bruto anual de Bolivia, país riquísimo en materias primas.
Otro ejemplo de adaptación al cambio lo da la firma Wipro Ltda. de la India que empezó vendiendo aceite de cocina y ahora es una de las más grandes empresas de software del mundo con ingresos de 1.900 millones de dólares al año, tiene un eje de 40 mil empleados y en su sede de Bengalore, contrata en promedio 24 personas por día.
La misma adaptación al cambio muestran China, Corea y Polonia. Y todo eso tiene como base la inversión que hacen esos países en educación, ciencia y tecnología con lo que logran cerebros que producen industria sofisticada o servicios técnicos de primer nivel.
Ese adelanto puede medirse por la cantidad de patentes producidas por país. Los productos patentados son aquellos que tienen propiedad intelectual. Entre 1977 y 2003 Estados Unidos produjo 1.631.000 patentes, Japón 537.900, y de allí en bajada hasta las 150 de Costa Rica. ¿Y Uruguay? No figura. Para estar en esa conversación hace falta crear fuerzas de trabajo calificado y para eso es imprescindible formar ingenieros y atemperar la proliferación de egresados de las disciplinas llamadas humanistas de innumerables orígenes y cuyos destinos y logros económicos son inciertos.
Volvamos a los números. En China se gradúan alrededor de 350.000 ingenieros por año y en India unos 80.000, mientras en México lo hacen 13.000 y en Argentina 3.000 según cifras de 2005-2006. Y no vale el argumento de que en China e India tienen mucha población, porque a esos 350.000 se les podía haber dado por estudiar cualquier otra cosa, pero en China saben que si quieren producir y competir en el siglo del conocimiento, hay que hacerlo con ingenieros. Un ejemplo: Motorola fabrica en China teléfonos celulares en la ciudad de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. Allí hay 40 universidades y un millón de ingenieros. Y los chinos ya hablan por teléfono celular en el subterráneo con el tren en movimiento.
En Uruguay tenemos que andar buscando señal en el medio del campo. Pero Antel, dirigida por una ingeniera uruguaya, está muy ocupada en hacer un estadio para Montevideo en vez de mejorar la telefonía que vende en monopolio dentro de un pequeño territorio.
¿Y cómo andamos en materia de universidades? Horrible. Según el diario inglés The Times entre las mejores 200 universidades del mundo hay una sola latinoamericana y estaba en el puesto 195. Es la Universidad Autónoma de México que tiene 270.000 estudiantes. Las mejores del mundo según esa fuente están en Estados Unidos encabezadas por Harvard. De las 20 mejores del mundo 11 están en los Estados Unidos y les siguen las de Europa, Australia, Japón, China, India e Israel.
Jeffrey Puryear es uno de los máximos expertos internacionales en materia de educación en América Latina, funcionario del Diálogo Interamericano, centro de estudios de Washington DC. Ante los resultados sobre calidad de nuestras universidades dijo: “Gran parte de las universidades latinoamericanas son estatales, y los gobiernos no les exigen mucho en materia de control de calidad. Y cuando intentan exigirles calidad, las universidades se resisten escudándose en el principio de la ‘autonomía universitaria’”.
Eso parece como si lo hubiera escrito para el Uruguay. Esconder la mediocridad en vez de superarla, es negativo. Y por ese estado de cosas en la educación y la enseñanza en general es que pasan cosas como las sucedidas en la Facultad de Ingeniería de la UdelaR en el 2013. Ingresaron 1.037 estudiantes, de los cuales luego de una prueba evaluatoria inicial, solo quedaron 90 con chances para seguir entendiendo de qué les hablaban allí, o sea el 8,8%. ¡Si seguirán haciendo falta las pruebas PISA!
Edil ingeniero Ramón Appratto Lorenzo


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