Paysandú, Jueves 27 de Febrero de 2014
Opinion | 24 Feb “Toda la vida pensé/ que los tupas eran ultras,/ sindicalistas y anarcos, radicales de verdad./ Toda la vida creí/ que Bordaberry era facho,/ que Artigas era uruguayo/ y hazaña Maracaná./ Hoy resulta que/ los tupas están hilando más fino,/ y por sentido común/ fomentan el capital./ Bordaberry es una malva,/ Artigas es argentino/ y hazaña ha pasado a ser/ clasificar a un Mundial.” Así canta la murga Falta y Resto en su espectáculo “Tuya Pueblo” del Carnaval 2014. Y pensando lo que dijo el murguista alcanza con mirar un poco atrás para ver los cambios de estrategia en el marco del año electoral, que requiere acciones para una tribuna proclive a cambiar su voto si algo no le satisface. Es el caso de Montevideo, donde las acciones se han centrado a retener la comuna ante la creación del Partido de la Concertación o pretender una coherencia con la campaña No a la Baja, retrasando la consideración del nuevo Código Penal Adolescente. El nuevo Código propone duplicar la pena máxima para los menores que cometan delitos graves y pasaría de cinco a diez años de privación de libertad.
Ese código que surgió de una comisión integrada por el juez Eduardo Cavalli, el fiscal Gilberto Rodríguez, el director de Secretaría del Ministerio del Interior, Charles Carrera, el presidente del Inau, Javier Salsamendi, y la coordinadora de programas del Mides, Mariana Drago, plantea la creación de un sistema acusatorio donde el fiscal dirija las investigaciones e informe a las víctimas o sus familiares sobre el avance de los procesos. Esta iniciativa se encuentra en el Poder Legislativo desde junio de 2013 y aún no existe acuerdo en la interna partidaria del oficialismo para comenzar su tratamiento.
Es que el temor a la contradicción con la campaña No a la Baja es más fuerte, porque la coalición reconoce que un aumento al doble de las penas, opera –políticamente hablando-- de igual forma al aumento en la edad de imputabilidad penal.
O cuando escuchamos al presidente José Mujica reiterar que “el capitalismo productivo está preso en la caja de los bancos y éstos son la cúspide del poder mundial”. En realidad, es posible recordar que Uruguay mantiene niveles históricos de extranjerización de la tierra y que las últimas multinacionales se instalaron con exoneraciones tributarias, dejando muy atrás el discurso anticolonialista. Sin mencionar a Tabaré Vázquez y su solicitud de apoyo al gobierno de George Bush, en caso de “plantearse un conflicto bélico” con Argentina, cuyo gobierno permitía la ocupación de los puentes internacionales. Ahora la izquierda elaboró un “Plan Político” que establece estrategias para retener el gobierno nacional y los departamentales, además de la mayoría parlamentaria.
O será quizás como escribió Raúl Castro –el letrista, claro-- con atención y nitidez: “Creí que iba a ver una revolución, incluso advertí caras entusiasmadas, pero amén de intenciones sin imaginación, estaremos de acuerdo en que acá no ha pasado nada”.
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