Paysandú, Lunes 03 de Marzo de 2014
Opinion | 01 Mar De acuerdo a un informe dado a conocer recientemente por el Ministerio de Salud Pública, entre los años 2007 y 2012 la cantidad de mujeres embarazadas que dejaron de fumar en el tercer trimestre creció de 15% a 42%, lo que fue determinante para que aumentara el peso del recién nacido promedialmente en aproximadamente 163 gramos.
La ministra de Salud Pública, Susana Muñiz, sostuvo que la campaña antitabaco permitió un aumento sustancial en la probabilidad de que una embarazada deje de fumar en el tercer trimestre, y consideró que “la investigación muestra números muy importantes en la reducción en el consumo de tabaco y un aumento importante, de más de 35%, en el peso del bebé al nacer. Los resultados son buenos, porque lleva a una mejor calidad de vida y disminución de la morbimortalidad en el niño”.
Asimismo, la secretaria de Estado adelantó que la prohibición total de la publicidad, el combate al contrabando y la conformación de un centro regional de cooperación regional encabezado por Uruguay son los próximos grandes objetivos en la lucha contra el consumo de tabaco.
Tanto los datos proporcionados por la ministra, como su anuncio respecto a la conformación de un centro regional antitabaco, son elementos positivos en una problemática difícil y que se asemeja un poco a la lucha contra la hidra de siete cabezas, porque estamos ante una adicción notoriamente agresiva para la salud en una serie de áreas, y motivo de riesgo para contraer o agravar afecciones de todo tipo, pero que a la vez conlleva un aspecto muy difícil, que es que quienes fuman suelen hacerlo cada vez desde más temprana edad, y cuando en buena medida ir contra los consejos y las advertencias de los mayores es una forma de rebeldía joven que está bien vista en su entorno, precisamente.
Y si bien es significativo que un alto porcentaje de adultos fumadores hayan dejado o piensen dejar el hábito, y que respecto a la ley aprobada durante la Administración Vázquez sobre el consumo y la publicidad sobre el tabaco haya gran respaldo social para que se cumpla la prohibición de fumar en lugares cerrados, hay todavía núcleos duros que se centran fundamentalmente en las costumbres de las ruedas de adolescentes y jóvenes.
Lamentablemente, mientras por un lado se reduce el número de adultos fumadores, ha crecido en los últimos años el porcentaje de las mujeres jóvenes que ingresan a esa adicción, con el agravante de que también lo hacen cuando están embarazadas, y consecuentemente incorporando un factor más de riesgo para la salud del feto.
Es positivo, igualmente, que como lo señalara la ministra, están dando resultados las campañas que se han encarado para que se abstengan de hacerlo en este período, por lo menos, y que ya se constaten los primeros resultados auspiciosos de haber dejado de fumar durante la gestación.
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