Paysandú, Miércoles 12 de Marzo de 2014
Opinion | 05 Mar Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultora y la Alimentación (FAO), Uruguay fue el país de América Latina con mayor inflación alimentaria en enero, en tanto que a nivel interanual la inflación alimentaria de nuestro país se ubicó en 8,7%, en un contexto donde “en América Latina y el Caribe las variaciones de precios en los últimos 12 meses presentaron niveles superiores a diciembre”, sostiene el trabajo. “La variación interanual de alimentos para el continente en tanto fue de 10,5%, 0,3 puntos porcentuales sobre la inflación anual del mes anterior”, añadió la FAO.
De acuerdo a este trabajo del organismo internacional, la inflación alimentaria para los países de América Latina y el Caribe pasó de 0,6% en diciembre, a 1,4% en enero. “Se trata de una de las mayores variaciones ocurridas en un solo mes dentro de los últimos 12 meses y es una señal de alerta para los gobiernos de la región, ya que la inflación alimentaria afecta el acceso a los alimentos de la población”, señaló Raúl Benítez, representante regional de la FAO.
Tras Uruguay, el segundo país con una mayor variación al alza fue Paraguay, que pasó de 0,1% en diciembre a 1,4% en enero. Asimismo, el informe indica que la inflación general existente en la región en enero, que se incrementó 0,3% alcanzando 1,2% en ese mes, se debió a la mayor inflación en el índice de precios de los alimentos de gran parte de los países monitoreados por este organismo.
“Períodos con altas inflaciones alimentarias producen impactos diferenciados en la población, afectando de mayor forma a los más pobres, ya que gastan una mayor proporción de sus ingresos en alimentos”, explicó Benítez.
Fuera del continente las cosas fueron diferentes, ya que según el índice internacional de precios de los alimentos de la FAO, se dio una caída de 1,3% respecto al mes de diciembre.
“La baja general del índice de alimentos responde a las variaciones negativas de gran parte de los grupos de alimentos que conforman este índice”, indica el trabajo.
Por cierto que en el último período, sobre todo, los excesos de lluvias que se han registrado en nuestro país han empujado al alza en forma contundente los precios de frutas y verduras, con valores exorbitantes para el promedio de estos artículos, pero debe tenerse presente que estos precios en esta área son muy variables, y cuando escasean por factores climáticos y estacionales, tienen picos de alza, y luego se nivelan cuando ingresa el grueso de la cosecha, cambian las condiciones meteorológicas y eventualmente se importan desde otros lugares.
Pero una cosa es un elemento coyuntural, transitorio, y otra la tendencia a mediano plazo, que es lo que realmente debe tenerse en cuenta como un factor diferencial, como ocurre precisamente en el caso de la alimentación en general en el Uruguay, y no solo en lo que refiere a los avatares de las frutas y verduras.
Es notorio que mientras el Indice de Precios al Consumo (IPC) se ha mantenido en valores que oscilan entre el 8,5 y el 9 por ciento --incluyendo medidas puntuales para abatir el IPC en diciembre, como los descuentos especiales de UTE y en algunos casos acuerdos con supermercados y cadenas de distribución-- la variación de precios para los productos de alimentación en general ha superado con creces estos valores, en algunos casos duplicándolos, lo que repercute de distintas forma en la población, de acuerdo a su nivel de ingresos.
En el caso de los grupos familiares de menor capacidad económica, la alimentación pesa fuertemente sobre los gastos totales, llevándose incluso más del cincuenta por ciento de los ingresos por todo concepto, en tanto a medida que van aumentado los ingresos, este rubro implica un porcentaje decreciente.
Y como los reajustes de precios son de mucha mayor magnitud en los productos de alimentación, surge claramente que la inflación para los hogares menos pudientes ha duplicado y hasta triplicado el 8,5 por ciento anual que se maneja estadísticamente, como además surge claramente del informe de la FAO.
De ahí que no es porque sí que el ciudadano común se queja de que “gasto mil pesos en el supermercado y no traigo ni medio carrito”, por utilizar una mención común que se escucha en cada esquina, sino que efectivamente la inflación para los sectores de menores ingresos trepa a mucho mayor ritmo que la que reflejan las estadísticas, y que los parámetros de costo de vida no lo reflejan fehacientemente por su carácter general.
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