Paysandú, Domingo 16 de Marzo de 2014

Para comenzar, una nueva terminal

Opinion | 16 Mar Toda inversión debe ser bienvenida. Tanto si es pública como privada. Pero aun es más destacable cuando proviene de capitales privados pues estos no usan el componente público de interés comunitario, sino que lisa y llanamente, invierten --y arriesgan-- para obtener ganancias. Ergo, cuando invierten es porque tienen la convicción de que habrá rentabilidad.
De acuerdo a lo anunciado, este viernes quedará firme en Paysandú la construcción de una nueva terminal de ómnibus de corta, media y larga distancia, y un shopping center, anglicismo de centro comercial, que hace ya varios años ha sido suplantado por el término mall.
Hace más de una década que se discute la pertinencia de hacer una nueva terminal. En realidad una obra de estas características fue ofrecida en primer término por un consorcio privado y para realizarse en el mismo lugar donde ahora se planea, la manzana de la exaceitera.
Paysandú es ciertamente una ciudad donde las obras se discuten y critican mucho –negativamente-- antes de concretarse, lo que claramente indica una actitud conservadora. El no innovar parece ser una de las características, aunque no precisamente de las mejores. Una nueva terminal no escapa a eso. Como tampoco la modernización del centro de la ciudad, por citar solo un ejemplo.
En el caso de la terminal de ómnibus, el argumento más escuchado es que resultaría más conveniente reformar la actual antes que descartarla para ese uso y construir una nueva. Pero eso no tiene en cuenta un elemento esencial, como es el clásico “quién va a pagar ésto”, ni tampoco la realidad del edificio y las pocas posibilidades de hacer con él algo acorde a los tiempos en que vivimos. Por lo tanto, carece de sentido pedir que se reforme la terminal, lo que quiere decir que se utilicen dineros públicos, cuando hay un consorcio privado con intenciones de invertir su dinero, en un nuevo emprendimiento. Y --no es un dato menor--, es el mismo consorcio que hace años propuso una obra de estas características para Paysandú.
En primer lugar, reformar la terminal implica una buena cantidad de dinero. Varios millones de dólares para adaptarla a las exigencias actuales. Es cierto, fue una extraordinaria obra cuando se planificó y ejecutó, vanguardista bien concebida. Es cierto, está ubicada en un área cercana a los centros hospitalarios de la ciudad. Pero claramente ninguna terminal de ómnibus se basa en ese elemento para construirse.
Lo primero que debe quedar claro es la necesidad de una nueva terminal de ómnibus. La actual tiene carencias notorias, desde no contar con control de temperatura por aire acondicionado, hasta baños en mal estado. A eso debe sumarte, y no es menor, la falta de estacionamiento tanto para automóviles como para camionetas. Para seguir sumando, quien llega y no es de Paysandú, apenas si encuentra algunos servicios básicos que no llenan ni las expectativas ni las necesidades actuales de los viajeros.
No obstante, imposible era pedir a la intendencia que se hiciera cargo de la reforma de esta obra en particular, en la medida que obvio es que hay muchas otras prioridades. La forma de tener una terminal de ómnibus moderna, más grande, con mayores y mejores servicios, es tentar a la inversión privada. La licitación tuvo su buen resultado, y para nada debe llamar la atención que quien respondió es el Grupo Lecueder, el que administra buena parte de las terminales de ómnibus construidas con inversión privada, comenzando por la mismísima Tres Cruces.
Por el contrario, cuando se ofrece una inversión que puede llegar a los veinte millones de dólares a cambio de administrar la terminal durante 30 años, pagando a su vez un canon anual nada despreciable, queda claro que se aprecia en Paysandú un gran potencial. El mismo que a los sanduceros nos cuesta tanto reconocer. Ese lastre que nos impide realmente volver a ocupar primeros planos en el ámbito nacional o regional en diferentes órdenes.
Ha quedado adormecido aquel “espíritu de Paysandú” que caracterizó a esta tierra. Eso nos ha tornado un poco más amargos, menos soñadores. El que un grupo de inversores crea en Paysandú al punto de querer invertir una suma como esa demuestra que “los de afuera” creen en esta ciudad. Pero así como Uruguay no puede desprenderse del fantasma de Maracaná, Paysandú no puede desprenderse del fantasma del milagro industrial de hace más de medio siglo.
La modernización de la ciudad es imprescindible. Las obras en el centro de la ciudad son un buen ensayo, aun cuando hay cosas que mejorar, lo que no escapa a nadie. Trabajar en la iluminación de la ciudad, que actualmente está bastante deteriorada, es seguramente el segundo paso.
Pero además, llega la inversión privada con intenciones de construir una nueva, moderna y completa, terminal de ómnibus. Si a eso se suma que, aunque el Poder Ejecutivo no aprobó la obra, también hay inversores privados interesados en construir un hotel casino en pleno centro, queda claro que esta ciudad en particular, está en la mira de inversiones relacionadas con turismo y servicio. La nueva terminal de ómnibus y shopping center, además, es una nueva oportunidad para unirnos a todos los sanduceros tras un mismo objetivo. En pocos años, quizás tan pronto como dos años, tendremos otra obra de la cual enorgullecernos. Hoy mismo llama la atención que quienes vienen de visita a Paysandú elogian la semipeatonal, lo que no ocurre con los propios sanduceros. Que la nueva terminal de ómnibus no lleve el mismo destino. Que los de este lugar tengamos la capacidad de apreciar, aceptar y disfrutar de una gran obra construida por el capital privado, que traerá eso que tanto queremos. Trabajo y progreso.


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