Cerró los Juegos como abanderado celeste

Deportes | 19 Mar Tocó el cielo con las manos. Sabiendo que le queda poco rollo a nivel internacional porque los años pasan, y cuando ya había anunciado que el final de su carrera fuera de fronteras estaba cerca, el taekwondista sanducero Mayko Votta se dio el gusto de sellar su segura última participación en los Juegos Odesur con una medalla de plata en Santiago 2014.
En Rio 2002 y en Medellín 2010 se había quedado con la medalla de bronce, pero en este 2014 rompió todos los pronósticos: el “viejito” se dio el gusto de llegar a la final, en la que terminó pagando caro el esfuerzo realizado a lo largo de las peleas previas.
“Fue una tarde complicada porque vine con la presión o la necesidad de poder lograr subir al podio. Ese era el objetivo principal, pero con Daniel (Lee, el técnico de la selección) siempre quisimos buscar la plata o el oro”, se despachó el sanducero tras la obtención del segundo puesto. Votta salió al ruedo ante un paraguayo, en un debut “bravo, porque el rival era muy alto y me costó muchísimo marcarle, pero con astucia le saqué el primer punto y se abrió un poco más”. Ya contra el peruano al que debió enfrentar en la segunda pelea, “fue el primer round el más difícil porque es súper rápido, pero con potencia pude frenarlo bien y sacarle ventaja que él no pudo descontar porque lo corté duro y no me pudo aguantar”, contó con orgullo el que es el mejor taekwondista del país.
Con estas dos peleas Votta había asegurado el pasaje a semifinales y, por ende, la medalla de bronce dado que los deportes de contactos brindan dos preseas de este metal. Pero el guerrero sanducero quería un poco más. Sabía que era su última posibilidad de estar en una final de los Odesur, de medirse ante los mejores del continente y dejar su marca a nivel internacional en el tramo final de su carrera fuera de fronteras.
El boleto a la final dependía de vencer al colombiano Harold Avella. Y no era nada fácil vencer al campeón panamericano y sudamericano y ranqueado mundial. “Tenía claro que tenía que ser muy astuto porque era un rival rápido y habilidoso. Era uno de los dos favoritos y llegaba de ganarle claramente al venezolano que había sido campeón en Medellín. Así que decidimos plantear una pelea cerrada y nunca pudo usar su habilidad, hasta que en el último round le saqué tres puntos, pero faltando tres segundos me atacó y le dieron tres puntos aunque nunca me pegó”.
Así, en una pelea para el infarto, “nos fuimos a punto de oro y yo con una calentura impresionante. Pero puse toda la potencia y largo de piernas en su primer ataque, lo anticipé y terminé ganando el pase a la final”. El trajín pasó factura. Y se sumaron varias cosas. Primero, el camino recorrido por Votta y por el otro el finalista, el chileno Ignacio Morales, que llegó al tranquito a la final, sin demasiado esfuerzo y ganando algunos combates por una diferencia abrumadora. Segundo, porque 10 minutos después de una batalla agotadora, Votta fue llamado para afrontar la final.
“La realidad es que no me dio el físico. El esfuerzo había sido mucho y él estaba fresco, ni había transpirado. Después de las dos primeras patadas que tiré me acalambré un gemelo y al poco tiempo me pegó en el cabezal y me sacó 3 puntos de diferencia que no pude descontar”, relató el sanducero. Pero el segundo puesto revitalizó el alma. Dejó atrás los problemas de preparación, y las ganas y el corazón equipararon la diferencia abismal de preparación con los rivales. “Estoy súper contento. Es realmente inexplicable lo que siento cada vez que cumplo un objetivo para mi país. Esta medalla es para toda mi gente, para los muchísimos que me ayudan y me alientan día a día. Me siento orgulloso de haber llevado alto la bandera del taekwondo uruguayo, y no tengo más que agradecimiento para los que me apoyan en Paysandú, esa gente amiga de Mayko pero también del taekwondo”, afirmó desde Chile quien cerró los Odesur como abanderado de la delegación celeste. Un premio extra, y merecido.