Opinion | 19 Mar Muy probablemente en abril, lo que la Intendencia de Paysandú, en acuerdo con la Fundación Amigos del Teatro Florencio Sánchez, ha definido como primera etapa en la recuperación del coliseo sanducero, esté terminada. Ya se ha anunciado que tan rápidamente como se pueda se habilitará al uso nuevamente. Tan rápido que prácticamente se ha descartado la presencia de una orquesta sinfónica o el Ballet del Sodre, o algún otro espectáculo de similares características, para dejar en manos de algún elenco de la intendencia el espectáculo de rehabilitación.
No quedan dudas que Paysandú espera con ansias poder recuperar el teatro Florencio Sánchez tan pronto como se pueda. De hecho se ha extrañado su falta durante todo este tiempo. Por ejemplo, se debieron celebrar dos bienales de teatro del Interior sin poder utilizarlo.
Pero si bien eso es cierto, no lo es menos que la expectativa del pueblo sanducero puede no verse colmada si la Administración se apresura demasiado y lleva adelante la reapertura antes de terminar con el alajamiento básico. Esto es, se ha realizado un excepcional trabajo de yesería que ha recuperado a su antiguo esplendor cada pieza. La araña central nuevamente luce su original bronce. Y así por el estilo.
Pero no puede dejarse de lado, por ejemplo, la recuperación del foyer, el verdadero que durante décadas fue utilizado como sala de proyección. Tampoco puede dejarse de lado terminar todo el trabajo de pintura.
No se trata de cumplir con los imprescindibles trabajos de infraestructura --caso del frente-- ni de arreglar lo que se pudo con los fondos que había, buena parte de ellos genuinos departamentales.
Si hay que esperar un poco más, eso es preferible a que el público sanducero se vea decepcionado por entrar a “la misma sala de antes”.
Queda claro que el Florencio es patrimonio histórico, por lo que debe respetarse tal cual está. No se trata de pedir sillas anatómicas modernas para la platea, sino de cuidar las actuales como históricas que son.
Pero el sanducero aspira a ingresar y sorprenderse. Lamentablemente el gobierno nacional no ha otorgado dinero como lo hiciera para el teatro Solís o incluso para el teatro El Galpón. Así que se ha hecho lo que se ha podido. En esta etapa, deben terminarse todos los aspectos básicos y recién entonces habilitar la sala. A las apuradas sería un error.
Luego, quedará mucho por hacer. Como recuperar los sistemas de iluminación y sonido, hoy ya obsoletos. O mejorar la maquinaria. Porque hay que llegar hasta el final. Para seguir teniendo una sala histórica pero modernizada.