Paysandú, Miércoles 26 de Marzo de 2014
Opinion | 20 Mar Entre siete y ocho millones de personas en el mundo padecen el Mal de Chagas, pero la mayoría de los casos sigue registrándose en América Latina, aunque de acuerdo a las estadísticas en nuestro país oficialmente no se registran casos desde 1997. Sin embargo aun confiriendo estricta exactitud a esta cifra, todavía hay cuarenta mil personas que padecen la enfermedad en el Uruguay en forma crónica, como consecuencia de la situación que se presentaba hace ya varios años.
El vector de esta enfermedad es una especie de vinchuca cuyo hábitat son fundamentalmente áreas rurales con terrenos pedregosos, gallineros, establos y casas con estructura de barro, sin revoque, con grietas y escasa higiene.
Pero sin dudas la falta de concientización, a veces de conocimiento y también mucho de irresponsabilidad, es un estigma que pende sobre culturas como la nuestra, donde la idiosincrasia y el subdesarrollo son factores determinantes para que en amplios sectores de la población se agregue el desinterés y desaprensión para hacer lo que se debe hacer y actuar con la responsabilidad necesaria para ahorrarnos males como la Enfermedad de Chagas, que son evitables mediante sencillas prácticas de prevención, al igual que la hidatidosis, por mencionar dos problemas serios de salud que tienen como principal escenario nuestra campaña.
En nuestro país resulta más fácil erradicar estos flagelos por nuestro tamaño y composición socioeconómica que en países vecinos, donde hay amplios nichos de pobreza extrema y dificultades adicionales por la distribución territorial. Así, estudios efectuados por la Comisión Nacional de Hidatidosis, a través de sus respectivas comisiones departamentales, indican por ejemplo que la media nacional de afectación por quiste hidático es de entre el 1 y el 1,5 por ciento, con notoria prevalencia en las áreas rurales, donde la zoonosis se manifiesta con carácter endémico.
Y tenemos hidatidosis de la que son víctimas personas de toda edad, porque en los establecimientos rurales se alimenta a los perros con achuras, cuando a esta altura todo el mundo sabe que no debe hacerse o se debe hervir concienzudamente las vísceras si se piensa usarlas como alimento para perros, y a la vez encarar la dosificación periódica de los canes.
Otra enfermedad que es estigma del subdesarrollo es el Mal de Chagas, que al igual que la hidatidosis, requiere controlar el vector de transmisión al ser humano, en este caso un tipo de vinchuca, a la que se combate quitándole hábitat y fumigando las áreas de difusión, y sobre todo mejorando las construcciones, así como efectuando limpieza de gallineros y otros lugares en los que encuentran condiciones para su desarrollo. En 2012, luego de una intensa campaña de la Comisión Nacional de Zoonosis, que incluyó mapeos de domicilios, insecticidas y fumigaciones, la Organización Panamericana de la Salud certificó a Uruguay como el único país de América Latina libre de vinchuca, en tanto Colonia, Salto y Rivera han sido los últimos focos de su existencia.
Empero, con más de diez especies de vinchuca en el país, no puede considerarse que estamos ante la erradicación definitiva del vector, y si bien no puede hablarse de brotes, siempre hay que estar atento a la evolución del escenario en el medio rural.
Según el doctor Ciro Ferreira, director de la Comisión de Zoonosis, cuando se habla de la declaración de libre de vinchuca, significa que lo que se ha eliminado es la existencia del insecto como un problema de salud, pero ello no implica que no puedan hallarse ejemplares aislados en algunos sectores, como es el caso de las áreas fronterizas con Brasil, fundamentalmente.
Dijo el facultativo que desde la OPS se ha mantenido la vigilancia epidemiológica sobre las zonas afectadas y no se ha detectado ningún foco. Quiere decir que en Uruguay la transmisión del Mal de Chagas por vía vectorial no existe actualmente, pero de todas formas de encontrar el insecto se debe denunciar inmediatamente ante la Comisión Nacional de Zoonosis para prevenir cualquier brote.
Ahora, una novedad surgida en torno al Mal de Chagas refiere a que en determinada medida ha dejado de ser una enfermedad exclusiva de las zonas más pobres de América Latina y Centroamérica, por cuanto ha comenzado a encontrarse en algunas áreas de países como Estados Unidos e incluso Canadá. El hecho de que se esté expandiendo en nichos del mundo desarrollado, con todo lo negativo que ello entraña para las respectivas comunidades, tiene paralelamente el lado positivo de que pueden sumarse esfuerzos en la investigación y aporte de tecnologías más modernas para el estudio y combate de la enfermedad, lo que permite augurar que pueda avanzarse significativamente en pocos años para su control, cura y erradicación a nivel global.
Igualmente, en todos los casos no debe perderse de vista que como debe hacerse en nuestro país con mayor énfasis, las respuestas que más se necesitan son responsabilidad y concientización, que pasa por la educación pero también por cambiar costumbres hondamente arraigadas, con el resultado de un gran número de vidas humanas que se pierden al año y situaciones traumáticas de por vida.
Y sobre todo, que sería de tontos descansarnos en que la vinchuca transmisora ha prácticamente desaparecido del territorio nacional, porque en cuanto se baje la guardia puede reaparecer en el momento menos pensado. Por eso el monitoreo permanente forma parte indisoluble de una tarea de prevención sistemática para no salir nuevamente al combate de un problema ya planteado, que pudo haberse evitado, como ocurre en tantas áreas.
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