Opinion | 22 Mar En las últimas horas ha sorprendido la noticia divulgada por el semanario “Búsqueda” y luego confirmada por el propio presidente José Mujica, en el sentido de que el gobierno analiza aceptar la propuesta formulada por el gobierno de Barack Obama en cuanto a recibir cinco ciudadanos sospechados de pertenecer a organizaciones terroristas detenidos en la base de Guantánamo en Cuba, para que el jefe de Estado norteamericano se saque de encima el problema de que tras varios años sigan detenidos sin juicio en ese lugar, y sujetos a condiciones inhumanas, de acuerdo a organizaciones internacionales.
En su tradicional forma de análisis, enmarcada en en el “como te digo una cosa te digo la otra”, Mujica dijo primero que atenderá el pedido de su colega de Estados Unidos por “razones humanitarias”, pero a la vez aclaró --es un decir-- que este favor no le va a salir gratis a Estados Unidos, sin agregar otros detalles.
Al parecer entonces la situación todavía no está realmente clara o que el mandatario no encuentra pertinente dar ahora más detalles sobre el particular.
Se trata de una propuesta que naturalmente da lugar a una diversidad de puntos de vista en cuanto a análisis y comentarios, pero lo que sí es seguro es que respecto al derecho, hay muchos agujeros que no pueden ser llenados simplemente por cuestiones de voluntad política o solidaridad.
Así, expertos en derecho internacional admitieron sentirse “perplejos” ante la posibilidad de que los cinco prisioneros de la cárcel estadounidense en Guantánamo, acusados de acciones terroristas, lleguen a Uruguay como parte de un acuerdo entre los gobiernos de uno y otro país y con limitaciones para sus libertades ambulatorias (sin poder salir del país por dos años) y afirman que no hay un marco jurídico que avale ese intercambio de “favores”, como lo catalogó el presidente José Mujica. Esto es evidente, porque si en nuestro país no tienen ninguna causa judicial, no corresponde que aquí tengan ningún tipo de limitaciones en sus libertades.
Lo cierto es que Mujica recibió una llamada el lunes del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, quien le agradeció su aceptación y le comunicó que el presidente Barack Obama lo recibirá en la Casa Blanca antes de que termine junio, según informó “Búsqueda”, y al referirse al tema el mandatario uruguayo comentó que “no hay que hacer novela, no hay ningún acuerdo”.
“Es un pedido por una cuestión de derechos humanos. Hay 120 tipos que están presos hace 13 años. No vieron un juez, no vieron un fiscal, y el presidente de Estados Unidos quiere sacarse ese problema de encima. El Senado le exige sesenta cosas, entonces le pidió a un montón de países si podían darle refugio a algunos y yo le dije que sí”, explicó.
“No vuelven a su país de origen porque el presidente de Estados Unidos no hace lo que quiere, hace lo que puede, porque hay una comisión del Senado que le marca: esto podés hacer, esto no”, agregó.
El mandatario señaló que el acuerdo no será “gratis” porque “yo paso boleta” pero no quiso especificar más. “Escuche, el presidente del país estuvo un montón de años en cana, sabe de lo que habla, y la cana es dura. Me imagino lo que ha de ser Guantánamo. Para mí es una cuestión de dignidad. Acá vas a tener una cama, revolvete para laburar y portate bien”, dijo en referencia a la futura actividad en Uruguay de los hoy detenidos. Los que vendrían serán cuatro sirios y un pakistaní, según informó “Subrayado”.
El punto es que parece que como tenemos todos los problemas solucionados en el Uruguay, es bueno importar los de otros para tener en qué entretenernos, solo que en este caso se trata nada menos que de acusados de terrorismo internacional con los que el presidente uruguayo se siente identificado –porque él estuvo preso--, que fueron presuntamente secuestrados desde varios países por la inteligencia de Washington pero que no han estado sometidos a juicio porque no se han reunido elementos suficientes para hacerlo o no se ha querido por no tener seguridades o garantías de un veredicto favorable, lo que naturalmente va contra toda norma de derecho internacional.
Pero sucede que el pedido es abiertamente irregular, porque legítimamente cabe preguntarse por qué Estados Unidos no los quiere en su propio territorio, si al fin y al cabo son inofensivos o no ha hecho nada grave, ya que no habría base para acusarlos, o directamente no se los deja en libertad para que vayan a donde plazcan. Además, conlleva para países como Uruguay, de acceder al petitorio, un riesgo agregado que no sabemos si estamos en condiciones de asumir así porque sí.
Cabe preguntarse además si Estados Unidos los apresó porque estaban vendiendo torta fritas en la calle, donde sea que estaban, o había sospechas fundadas de que pertenecen o sean instrumento de la organización terrorista Al Qaeda. Si es así, ¿hay necesidad de trasladar a nuestro país conflictos que han provocado tanto derramamiento de sangre durante muchos años, sin ninguna base de solución y poniendo en juego nada menos que la paz y la tranquilidad trabajosamente conquistada en el país?
Es decir, cuesta creer que Uruguay deba asir un hierro caliente por problemas que les son ajenos. Pero además, ¿qué dice ahora el Frente Amplio, cuando se pasó toda su historia gritando a los cuatro vientos que siempre hay un cangrejo debajo de la piedra detrás de cualquier oferta que provenga de Estados Unidos? ¿Y ahora le estamos haciendo los mandados, cuando en su momento el mismo Frente Amplio hasta rechazó la firma de un Tratado de Libre Comercio que nos hubiera beneficiado porque significa claudicar ante el “imperialismo”? ¿Qué reacción hubiera tenido si un gobierno de los partidos tradicionales hubiera aceptado una oferta de esta naturaleza? La pregunta es retórica, todos saben que serían tildados de “genuflexos”, “serviles”, “sumisos” y varios adjetivos aún más fuertes. Sin dudas las cosas han cambiado, pero por ahora ni siquiera es para beneficio de nuestro país.