Paysandú, Jueves 27 de Marzo de 2014
Opinion | 24 Mar En un escenario internacional en el que se siguen procesando cambios, entre los cuales se manifiesta con mayor intensidad en estos días las correcciones monetarias en la reserva federal de Estados Unidos que están derivando en un encarecimiento del dólar, el particular período preelectoral que se vive en Uruguay acentúa un ingrediente de incertidumbre para el próximo gobierno, porque todo indica que lentamente va cesando el viento de cola que tuvimos todos esos años, y deben afrontarse tiempos nuevos con instrumentos adecuados.
Pero para poder encarar respuestas a la altura del desafío, es preciso hacerse una composición de lugar sobre los parámetros macro que tiene el país, más allá de que siempre habrá varios caminos para llegar a Roma, seguramente no tan bien pavimentados como los que tuvimos en la última década ante el escenario internacional propicio.
Para ubicarnos en la visión que tienen los técnicos en economía sobre como estamos parados de cara al futuro inmediato y mediato, corresponde traer a colación la evaluación que realizó en las últimas horas el gerente senior del Departamento de Economía de CPA Ferrere, Alfonso Capurro, quien entre otros aspectos considera que el próximo gobierno deberá enfrentar un conjunto de desbalances macroeconómicos que “requieren correcciones”, en un escenario que estará marcado por inflación elevada, desaceleración de la economía y deterioro del empleo.
Capurro expresó que la economía uruguaya acumulará en 2015 un conjunto de “desbalances macroeconómicos” que “no son dramáticos ni ponen en juego la sustentabilidad”, pero que “requieren corrección”, para acotar que hay “una economía que se desacelera aunque crece a valores un poco más saludables cercanos al crecimiento potencial de entre 2,5% y 3%, un desbalance fiscal programado superior al presupuestado, y que además va a dejar al gobierno con poco margen de maniobra y pocos recursos para hacer políticas innovadoras”.
El economista indicó que el déficit fiscal superará el 3% del Producto Interno Bruto (PIB), en 2014 y se ubicará en 2,6% en 2015, y estas proyecciones incluyen el efecto que tendrán las medidas dispuestas por el gobierno contra la suba de precios y que tendrá un costo de unos 100 millones de dólares si se aplicaran durante todo un año.
Con relación a la evolución de la inflación, Capurro consideró que “seguirá siendo elevada” y que se cerrará el año en no menos del 8,5%, en tanto para 2015 las proyecciones son de 9%. “El problema de la inflación va a seguir arriba de la mesa, aunque no estamos proyectando un riesgo de volver a tocar los dos dígitos”, indicó, y acotó que desde su punto de vista el paquete de medidas que impulsa el gobierno “reduce el riesgo” y “permite despejar la amenaza” de que la inflación supere el 10%, pero “no atacan las presiones inflacionarias”.
“Uruguay viene con un proceso de suba permanente de la inflación y el núcleo duro de la inflación desde hace dos años. Ese aumento de las presiones inflacionarias en el sistema de precios está explicado básicamente por un aumento importante” del consumo, indicó, y por lo tanto ese problema está siendo “parcialmente atacado” por las decisiones de política monetaria, por lo que a su juicio lo mejor sería “una acción más coordinada de las políticas económicas que apunten a enfriar la demanda con una acción coordinada de política monetaria, fiscal y salarial. Pero probablemente eso no va a suceder, porque las decisiones de políticas fiscal y salarial ya están tomadas hasta el año que viene”, afirmó. Además, se espera que la política monetaria mantenga un “sesgo contractivo” con el objetivo de “anclar” expectativas, pero podría moderarse una vez que ceda la inflación.
Claro que estamos hablando de proyecciones y evaluaciones que no pueden tener precisión matemática, porque en economía no se trata solo de sumar dos más dos, sino que entran en juego expectativas de los agentes económicos, la evolución del escenario internacional y elementos internos como la evolución del tipo de cambio, un factor nada desdeñable en nuestro país, como es sabido, por cuanto gobierno tras gobierno –incluyendo al actual– siguen utilizando el dólar depreciado como una forma de contener los precios, aún a costa de afectar la competitividad de nuestros productos de exportación. Pero, sobre todo, este 2014 es nada menos que un año electoral, en el que todas las medidas correctivas que puedan adoptarse se evalúan en código de costos políticos, y por regla general –salvo en algún momento el gobierno de Jorge Batlle tras la aguda crisis--nadie quiere acotar el gasto público y mucho menos exponerse a poner en marcha medidas impopulares, aunque cada semana que se posterguen impliquen que los correctivos deban ser más duros.
Precisamente las medidas recientemente dispuestas para contener la inflación en realidad apuntan a que el IPC de estos meses no refleje en cifras lo que todo el mundo aprecia cotidianamente en cuanto al encarecimiento general de precios, y lo que se logra simplemente es ir pateando la pelota para adelante, en este caso para después de la elección.
Por ende, es de descartar que en lo que queda del año se vaya a fondo en los “correctivos” que indican economistas como Capurro, sobre lo que hay consenso entre los analistas, sino que es de esperar que se siga atacando las consecuencias y no las causas, en una especie de “piloto automático” para no incorporar elementos irritativos o distorsiones que se puedan traducir en costos electorales.
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