Paysandú, Viernes 28 de Marzo de 2014
Opinion | 24 Mar El presidente José Mujica reconoció que –aunque no hay un acuerdo cerrado-- Uruguay albergará a cinco presos de la base de Guantánamo a solicitud de Estados Unidos y que su llegada al país es “una cuestión de derechos humanos”. En el mismo momento que realizaba tal afirmación, señaló que “no hace favores gratis”, sino que después “pasa la boleta”.
Tres días después la embajadora de aquel país, Julissa Reynoso, admite las tratativas con el gobierno uruguayo, pero recalca que “no hay ningún arreglo para realizar ningún intercambio”. La idea de Mujica era aceptar cinco presos de la base estadounidense por la liberación de tres cubanos en Estados Unidos, aunque no de los centenares que están presos en Cuba. Resulta que en pocos días quedaron claras varias cosas.
Si este asunto es de derechos humanos, entonces el gobierno de Barack Obama deberá cerrar políticamente este proceso, viciado de un juicio ajustado a derecho. Y si el presidente Mujica asegura que los albergará como “refugiados”, entonces deberá probar algunos aspectos que no han sido visibles en las entrevistas que dio a diversos medios de comunicación para que sea creíble su argumentación.
Por ejemplo, tendrá que explicar que la ley 18.076 define la condición de refugio y de refugiados a “toda persona” que lo solicite “en salvaguarda de su vida, integridad física, moral e intelectual, libertad y seguridad”. Nada refiere a que un estado que haya encarcelado a un individuo sin juicio previo solicite la calidad de refugiado.
Según la ley, gozará de los mismos derechos que un ciudadano uruguayo, por lo tanto, puede salir del país. Sin embargo, Estados Unidos exigió que esos presos no crucen las fronteras por un período de dos años. Entonces --como diría el presidente-- empezamos a ver “por dónde asoma la cabeza el pato”.
Para que una persona ingrese bajo esta modalidad, deberá elevar su solicitud a la Comisión de Refugiados que hasta el momento no ha recibido ninguna proveniente de la base estadounidense. Si no pueden salir del país, no son refugiados y si tampoco pidieron asilo político, entonces pasarán a transitar en un limbo de difícil definición.
Por más que el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, se preocupe por destacar que los cinco hombres en cuestión “son personas que no encierran ningún peligro, Uruguay ha chequeado esto. No son personas peligrosas. Uruguay se ha entrevistado con autoridades de organismos internacionales y la conclusión es esa: no son peligrosas”, deberemos comprender que tampoco son jóvenes inocentes que han caído allí sin haber hecho nada. Al menos cuatro de ellos han recibido entrenamiento suicida y manejo de AK 47 y tres de ellos estuvieron en Tora Bora, una zona montañosa donde se refugió Bin Laden en la frontera entre Afganistán y Pakistán.
Ya hay quienes recuerdan que no es la primera vez que Uruguay recibe presos de Guantánamo. El tema es que aquellos querían escapar del régimen de Fidel Castro e ingresar a Estados Unidos. El entonces presidente Bill Clinton no quería más problemas y –como ahora-- pidió que Uruguay los recibiera. Una vez en el país, hicieron una huelga de hambre frente a la embajada y lograron ingresar a la nación norteamericana. La historia, claramente, no es la misma.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Mar / 2014
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com