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Paysandú, Domingo 06 de Abril de 2014

¿La victoria o la vida?

Opinion | 02 Abr La o las razones por las cuales el presidente Mujica salió a la cancha con la pretendida intención de reducir la violencia en los escenarios de fútbol, parece más difícil de descubrir que el tesoro de las Masilotti. Lo que queda claro es que -hasta ahora- paz no trajo. Provocó el alejamiento de los directivos de la AUF; aparece a sus espaldas el a veces siniestro Paco Casal, cuando el Ejecutivo de la AUF quería licitar la concesión de derechos de televisación, toda vez que Fox Sports quiere penetrar en la zona; y sigue siendo un enorme problema que los premios de los integrantes de la selección se lleven la mitad de los ingresos de la AUF mientras los clubes viven miseria.
Pero nada de eso es comparable con la creciente violencia en las canchas de fútbol. Es una de las expresiones más acabadas de la sociedad, es lo que nos une a todos por igual (superando toda diferencia), es lo que nos alegra o nos entristece. Es, vaya uno a saber por qué, esencia del ser uruguayo.
Quizás el problema principal radique en el hecho de que se desconoce que el fútbol es una competencia. Esto es, no se ha incorporado el concepto de derrota. Solo prima el de victoria, pero como si de una batalla se tratara. Hay que luchar hasta morir, o (y parece que esta es mejor opción) matar.
No es malo que el gobierno nacional quiera participar en la reducción de la violencia en fútbol, más allá que no ha mostrado avance alguno en la lucha contra la violencia entre nosotros, todos los días, todas las noches, en la puerta de nuestros hogares.
Lo que parece ilógico es que no se estructure primero un plan, un programa de acción, sino que simplemente se utilice el repentismo, las declaraciones altisonantes y las acciones impensadas. Retirar la policía de los escenarios deportivos no va a reducir la violencia. Identificar, enjuiciar, procesar y encarcelar a los violentos sí.
Pero el asunto, sin dudas, va más allá del gobierno. Pasa por los jugadores, actuando de buena fe, sin simular y excederse en la protesta; por los hinchas, alentando sanamente a su equipo, sin agresiones de ningún tipo para aquellos que tienen la misma pasión y a quienes sólo los distinguen los colores de una camiseta. Asimismo, el cuerpo técnico y los dirigentes, transmitiendo fundamentalmente tranquilidad y mesura. El referí y los jueces de línea, aplicando el reglamento. Y también los periodistas, valorando con justicia y teniendo en cuenta que más allá de la importancia del torneo, será siempre un deporte, una competencia, donde ganar y perder deben ser consideradas opciones de similar importancia.
Es tiempo de vivir cada espectáculo con pasión, pero sin fanatismos enfermizos que ciegan a los protagonistas y distorsionan la realidad. Será un momento de alegría para unos y tristeza para otros, pero la vida debe seguir. La vida no debe estar en peligro por un deporte, una camiseta.


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