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Paysandú, Lunes 14 de Abril de 2014

Escribe el Dr. Rodolfo Canabal

Ante la próxima Semana de Turismo

Locales | 08 Abr En la presente columna se ha abordado hace ya cierto tiempo diversas cuestiones relacionadas con la “Semana de Turismo”, nombre oficial que en el país se ha dado por ley a la “Semana Santa”, y se ha considerado que puede ser de interés, ante la proximidad de la correspondiente al presente año, exponer nuevamente su origen, y también comentar algunas cuestiones con ella vinculadas.
A estar al relato que el doctor Juan Andrés Ramírez, formidable periodista, hizo en la sede del diario El Plata, que dirigía, a un núcleo de compañeros de trabajo entre los cuales estaba quien escribe esta nota, se dio el caso siguiente: hacia la segunda década del siglo precedente, en momentos en que la gravitación en la vida nacional del señor José Batlle y Ordóñez era todavía intensa, propuso que se eliminaran los feriados religiosos. El doctor Ramírez, no obstante no tener sentimientos religiosos, pensó que lo propuesto afectaría tales sentimientos de muy alto número de compatriotas, y expuso tal punto de vista al doctor Domingo Arena, también distinguido compatriota, que además de ser amigo y correligionario de Batlle y Ordóñez era hombre de confianza del mismo, quien compartió dicho criterio. Tal planteamiento, que generó amplia negociación, fue considerado pertinente por el presidente de la República, doctor Feliciano Viera, pero bajo la condición de que se confiriera carácter de feriado a toda la semana, la cual, con tal calidad, pasó a tener su actual denominación oficial según dispuso la ley Nº6.697 del año 1919.
Tal como también con anterioridad en esta columna se ha expresado, se han sustentado discrepancias acerca de si fue acertado conferir a todos los días de dicha semana la cualidad de feriados, sin perjuicio de ser “laborales” y de ser optativo trabajar o no hacerlo.
Quienes apoyan lo que la ley establece sostienen que contribuyó al buen desarrollo del turismo interno, que permite a las familias, particularmente a las de los trabajadores, compartir el feriado en forma conjunta, dada la costumbre de muchas empresas de clausurar la actividad para conceder a todo el personal licencia. También se sostiene que la paralización de muchas actividades se compensa con la recuperación de energías durante el descanso, y por el incremento del turismo en el ámbito nacional. Y se señala que en otros países en los cuales son solamente feriados jueves y viernes la actividad de la semana se mueve a “media máquina”, pues muchos durante su transcurso la utilizan para ejercer el turismo.
Se sostiene también que el cierre masivo de empresas por licencias causa importante reducción de actividades, y que contra lo que en general se afirma, el país no es el que tiene más alto número de feriados, pues son muchos en escala mundial que en tal aspecto lo superan.
Tal como con anterioridad se ha sostenido en esta columna, es posible que lo más conveniente esté en términos no muy distantes de la realidad actual, pero transcurrido ya casi un siglo de vigencia, no sólo no parece fácil la alteración sustancial de la actual realidad, sino que más bien sería importante retroceso. Para pensar así no han sido indiferentes las medidas que se han adoptado para poner en marcha durante su transcurso algunos servicios, bancarios y administrativos, en la medida adecuada para asegurar lo que resulte indispensable.
Como ya se expresó al cerrar una nota anterior acerca del tema, hoy culmina la presente con la siguiente afirmación: nada debe alterarse.


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