Opinion | 10 Abr El acuífero Guaraní es la reserva de agua dulce más importante de América del Sur y una de las más importantes del planeta. La cuarta parte del mismo se encuentra en el subsuelo uruguayo. Su área total está estimada en 1.087.879 kilómetros cuadrados --equivalentes a seis veces la superficie total del Uruguay--, con un volumen de agua dulce en almacenamiento de aproximadamente 30.000 kilómetros cúbicos.
En la actualidad, hay alrededor de 2.000 pozos profundos de producción en operación de los cuales se extraen unos 2.847.013 metros cúbicos cada día. El 80% del total se utiliza para el abastecimiento de agua para consumo humano, el 15% para procesos industriales y el 5% en termas.
En general, la calidad del agua del Acuífero Guaraní es buena y tiene bajos niveles de mineralización. No obstante, existe riesgo de contaminación en la zona de recarga, así como de sobreexplotación del recurso, por ejemplo, a través de la actividad del termalismo. La existencia de fallas en la construcción de pozos, en especial si son de poca profundidad también pueden representar un riesgo. Asimismo, se entiende que otra vía potencial de contaminación sería la técnica de fractura hidráulica o fracking que podría utilizarse para la extracción de hidrocarburos no convencionales en nuestro país.
Meses atrás se informó que el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) tendrá a su cargo la conducción de un Centro Regional de Gestión de Aguas Subterráneas para América Latina y el Caribe, creado a instancias de nuestro país y avalado por el Consejo Interamericano del Programa Hidrológico Internacional (PHI) de la Unesco.
Ahora, Ancap anunció que comenzará este año a realizar monitoreos ambientales para controlar que la exploración minera y petrolera no afecten el acuífero. El organismo está buscando petróleo en la plataforma marítima pero también busca hidrocarburos no convencionales al Norte del río Negro (incluido el Este de Paysandú), donde un acuerdo de exploración firmado con una empresa extranjera habilitaría la posibilidad de la utilización del fracking, aunque esto es algo que Ancap no ha confirmado.
El uso racional del acuífero y su preservación ambiental se imponen como cuestiones realmente importantes para el futuro, ya que la afectación de esta reserva tendría graves consecuencias que de una forma u otra nos afectarían a todos.
Contar con una línea de base sobre el estado actual del acuífero en un escenario de posible incremento de presiones ambientales, es algo no sólo útil sino necesario. Lo que no podría pasar es que el único estudio que se disponga sea el de Ancap, sino que esta es una tarea de la que deben encargarse los organismos gubernamentales correspondientes a la protección del ambiente y el agua y sería bueno que también el citado centro regional, habida cuenta que los estudios y controles deberían realizarse en forma integral en los países bajo los cuales se encuentra el acuífero.