Paysandú, Jueves 17 de Abril de 2014
Opinion | 12 Abr Aunque en principio la idea era llegar a concretarlo como máximo el 10 de este mes de abril, el gobierno decidió aplazar por lo menos por otros quince días la reglamentación sobre la compra, venta y cultivo de la marihuana, en tanto continúa la tarea de los técnicos en este sentido.
El secretario de la Junta Nacional de Drogas (JND), Julio Calzada, señaló a El Observador que la reglamentación de la ley “es compleja” pues supone “crear un tejido de unas 30 normas” y que los técnicos “están trabajando con mucho cuidado para lograr lo mejor posible”, para considerar luego que la norma estará pronta seguramente para después del 20 de abril.
La Junta Nacional de la Droga cuenta con un plazo de cuatro meses para la reglamentación de la ley, que fuera aprobada el 10 de diciembre del año pasado, y se prevé que por lo tanto este plazo será extendido, en tanto Calzada evaluó que el diálogo entre autoridades del Estado y los académicos “es muy importante para acompasar las políticas públicas a la realidad social”, y en este contexto se realizó recientemente en nuestro país un foro internacional sobre actualización de los usos médicos y terapéuticos de la marihuana.
Ocurre que ante la polémica creación de una norma que regule la venta de marihuana a los consumidores, el gobierno se ha orientado a poner énfasis en los usos terapéuticos de la droga, cuando este es un aspecto que por supuesto no está en la discusión y mucho menos tiene que ver con en el espíritu de la ley, que apunta las baterías al plano de los consumidores regulares de la sustancia.
La norma, precisamente, fue impulsada por el presidente José Mujica luego que el Poder Ejecutivo pusiera sobre el tapete que la idea básica era impulsar a los consumidores de pasta base a que se “pasaran” a la marihuana, porque es una droga más “blanda” y se podría abatir el alto índice de criminalidad asociado con la pasta base.
Sin embargo no hay ninguna evidencia científica de que quien consuma pasta base pueda ser inducido a pasarse a la marihuana, que es una droga de menor potencia y consecuencias, pero que a la vez causa un efecto que no tiene nada que ver con el de la pasta base.
La ley ahora en proceso de reglamentación establece taxativamente el “control y la reglamentación por parte del Estado de la importación, exportación, plantación, cosecha, producción, adquisición, almacenamiento, comercialización y distribución y consumo de la marihuana y sus derivados”.
Entre otros elementos, se contempla crear clubes de consumidores de marihuana, con determinado límite de compras para distribuir entre los integrantes, y a la vez reducir a seis las plantas que cada adicto a la marihuana pueda plantar en su domicilio, lo que implica por lo tanto disponer de un aceitado y confiable aparato de control del Estado para contar las plantitas que cada uno pueda cultivar en el fondo de su casa, más la distribución de los “clubes” y promover la aplicación de las sanciones del caso para los transgresores a la norma.
Por lo demás, hasta hora han quedado afuera los menores, que son los más proclives a consumir estas drogas y que por lo tanto son los más expuestos a caer en el circuito informal, mientras el Instituto Nacional del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), como hasta ahora, obviamente estará imposibilitado de hacer algo por falta de recursos, tanto humanos, como económicos y de infraestructura.
Ahora, como es notorio, un Estado que no cumple con sus elementales competencias en cuanto a la tarea del INAU, que tampoco brinda la seguridad que reclama el ciudadano en la calle, entre otras innumerables falencias, ¿podrá cumplir con los controles que demande la nueva normativa, para que no se degrade la supuesta “regulación” y pase a ser un vale todo, como naturalmente promueven los consumidores de esta sustancia, que han salido ya a las calles a festejar la “liberalización” mediante fiestas callejeras de consumo y circulación de la droga?
Todo indica que no, y por lo tanto da para pensar que la verdadera intención del gobierno es liberar droga completamente, pero para no quedar mal parados ante el escenario internacional se buscan excusas legales para aparentar que existe “regulación” de la venta y consumo de marihuana.
Ese parece ser el verdadero “experimento” uruguayo, que tal como en clásica la novela de Mary Shelley “Frankestein”, mucho puede salir mal a pesar de las buenas intenciones.
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