Paysandú, Domingo 20 de Abril de 2014
Opinion | 16 Abr En esta Semana de Turismo, en la que la burocracia estatal “empalma” los asuetos de las licencias de verano con la de carnaval y así sucesivamente, estamos en la etapa inmediatamente previa al comienzo del año de trabajo --matizado con los próximos asuetos de incontables feriados y vacaciones salpicadas durante el año-- para el país productivo; el de la tarea de sol a sol y en la que no hay feriados ni fines de semana “largos”, mucho menos aún vacaciones, que se apresta a redoblar el esfuerzo cotidiano para levantar la cosecha de soja, seguramente la más grande de la historia del Uruguay, y con ello poner en marcha una infraestructura que resulta todavía insuficiente para esta demanda.
En este caso, como se da cuenta en reciente artículo de EL TELEGRAFO, las lluvias sucesivas han postergado el comienzo de la zafra, que habrá de ser intensa para recuperar el tiempo perdido a partir de esta semana, y con ello por ejemplo agregar al tránsito ya desenfrenado propio de estas fechas la salida a las rutas de cientos de camiones en la espina dorsal de esta producción agrícola, que es el litoral oeste del país.
De acuerdo a lo señalado por el ingeniero Daniel Torres, responsable en Paysandú de la firma Ceroil Uruguay, “es muy corto tiempo para levantar una cosecha y sin duda habrá inconvenientes”, refiriéndose al cuello de botella que en esta oportunidad ha sido estrechado aún más por las condiciones climatológicas adversas.
Las actividades propias de la cosecha de un cultivo que ha ido aumentando la superficie hasta alcanzar unas 800.000 hectáreas que están prontas para ser levantadas, comprenden sacarla de los campos y transitar por las rutas para el recibo en los respectivos lugares de acopio, lo que implica no solo atestar las carreteras con vehículos pesados, sino que también ingresan las trilladoras a las chacras y se da inicio a una intensa tarea en la trilla, porque en esta oportunidad “habrán de jugarse las cosechas de primera y de segunda”.
Lo que lleva por supuesto a evaluar la infraestructura con que cuenta el Uruguay ante la explosión sojera, un cultivo que al fin de cuentas “importamos” desde la Argentina cuando la voracidad fiscal del gobierno de Néstor Kirchner expulsó hacia nuestro país las inversiones de capitales y tecnología. Torres reconoció que si bien en términos generales la logística en nuestro país “está aceitada”, igualmente “se dará una intensidad tan grande que no hay logística que aguante”, al punto que habrá cosecha que saldrá húmeda y en esas condiciones “el cuello de botella es la capacidad de secado, de poder recibir camiones, secar el grano y seguir la operativa”.
Precisamente reconoció que en estos sucesivos desafíos el puerto de Paysandú no implicará solución para el cuello de botella “que vamos a tener en la presente zafra”, por cuanto “hay que pensar que todo embarque que se pueda hacer por Paysandú implica un preacondicionado de ese grano, porque el grano que salga desde nuestra ciudad irá directo a barco con calidad de exportación” y para eso “previamente hay que acondicionar la mercadería” y ahí es donde no se da abasto.
Como bien explica el profesional son dos aspectos distintos de la logística que se ponen en marcha para atender la demanda del pico de intensidad de la cosecha de soja: por un lado el trillado y el levantado de la cosecha de los campos en camiones hacia los lugares de acopio, y posteriormente desde éstos hacia los puertos de salida, teniendo en cuenta que la enorme mayoría de la soja que se produce en el Uruguay lleva destino de ultramar, al igual que la que parte desde Paraguay y el suroeste de Brasil, que salen por la Hidrovía Paraguay-Paraná y que también tiene su punto de salida por la terminal granelera de Nueva Palmira. La mención al puerto de Paysandú, que está apuntando a ser una terminal granelera de empalme con Nueva Palmira de gran proyección para la cosecha de soja del litoral norte, incluyendo también el área de Young, refiere a que nuestra terminal, que ya el año anterior embarcó decenas de miles de toneladas de soja hacia Nueva Palmira, es fundamental para sacar cientos de camiones cargados con soja desde los lugares de acopio hacia Nueva Palmira, los que en vez de dirigirse hacia el sur trasladan su carga a Paysandú para su transporte en barcazas río abajo.
Este factor es clave no solo desde el punto de vista logístico, por cuanto el transporte fluvial es más barato que el carretero a partir de determinada distancia, y además contribuye a evitar la saturación de carreteras en largas distancias, lo que no solo permite salvaguardar el estado del pavimento y mantenimiento, sino que reduce los márgenes de riesgo para la siniestralidad, entre otros aspectos que en todos los casos significan beneficios para el país.
Queda como limitante por lo tanto el transporte de la cosecha hacia los lugares de acopio, y por cierto que en los últimos años paralelamente se han venido instalando silos en el área cercana a Paysandú, para que una vez secado el grano y acondicionado para la exportación, pueda transportarse hacia el puerto de Paysandú para su transbordo en Nueva Palmira a buques de ultramar.
Por lo tanto, con el paso del tiempo, con una distribución racional y estratégica de los lugares de acopio, se podría atenuar la gravedad del cuello de botella al que hace referencia el ingeniero Torres, por lo menos en el período crítico en que salen simultáneamente cientos de camiones a las rutas, con viajes más cortos. Por supuesto, también habrá una sobredemanda cuando la cosecha deba ser trasladada desde los silos al puerto, pero en todos los casos las urgencias son distintas y puede por lo menos establecerse una coordinación adecuada en base a la capacidad de embarque y disponibilidad de transporte.
Naturalmente, siempre se estará corriendo detrás de los acontecimientos, al fin de cuentas, pero ya con un mejor perfil si tenemos en cuenta que las infraestructuras logísticas han ido crujiendo todos estos años, y al fin de cuentas de las malas experiencias se aprende tanto como de los aciertos.
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