Opinion | 16 Abr Paysandú es una ciudad en la cual mucho se habla de turismo, de desarrollo turístico, pero donde se ven escasos resultados. Cierto es que hay inversiones en el sector en los centros termales, especialmente. En el caso de Guaviyú, la más reciente inversión se centra en la recuperación de los moteles municipales, actualmente en concesión privada. En Almirón, los moteles municipales pasarán a concesión privada también, se levanta un hotel cuatro estrellas, se termina un salón de fiestas y congresos y el spa ha vuelto a la actividad.
Por otra parte, la Intendencia Departamental de Paysandú participa de las instancias de difusión de Destino Termas y también en el marco de las FIT de Buenos Aires.
No obstante, la hora de la verdad siempre llega cuando un turista arriba a nuestra ciudad. Es entonces cuando se cae en la cuenta que no hay mucha oferta turística, que los visitantes deben contentarse con recorrer el centro de la ciudad si han llegado en líneas de transporte interdepartamental o internacional, o darse una vuelta por la ciudad, el puente y el puerto si lo han hecho en vehículo propio. Luego degustar la gastronomía y hospedarse en un hotel o seguir viaje.
Hace mucho que Paysandú está acostumbrado al turismo de pocas horas o de una jornada. Y no es porque no haya atractivos, sino simplemente porque falta quienes quieran mostrarlos.
La Semana de la Cerveza permite comprobar que sí hay lugares de interés turístico y que sí hay público interesado en ellos. El tour por la ciudad, el Camino de la Defensa y el tour a Casa Blanca son claros ejemplos. Son realizados como actividades especiales con motivo de la gran fiesta de la región. Pero no integran una oferta permanente.
Precisamente es lo que falta en la ciudad. Y de nuevo, el huevo o la gallina. Porque es cierto que no hay tantos turistas cada día, fuera de la temporada de la Semana de la Cerveza, para que esos paseos sean negocios turísticos. Pero si no hay un período de inversión, nunca se podrá romper un cerco que debe ser roto, porque es la única manera en que se establezcan emprendimientos ganar-ganar. Esto es, que sean empresas turísticas productivas por un lado, y que sean seguros atractivos para quienes lleguen, porque se tendrá una oferta permanente, salga el Sol o llueve y truene.
Quizás, finalmente, se tome como un período de experimentación la Semana de la Cerveza, época en que estos recorridos en ómnibus y a pie tienen éxito, para establecer las bases para crear o afirmar emprendimientos turísticos a largo plazo, comprendiendo que no hay éxito sin inversión, que no hay ganancias sin gastos, que no hay triunfo sin transpiración.