Locales | 20 Abr En la plaza Juan Antonio Lavalleja se realizó el acto recordatorio del 189º aniversario del Desembarco de los 33 Orientales en la playa de la Agraciada, con la presencia de autoridades departamentales, militares, docentes, estudiantes y las soberanas de la 49º Semana de la Cerveza.
En un sencillo acto que comenzó con la entonación del Himno Nacional y el Himno a Paysandú, el prefecto de Puerto de Paysandú, capitán de Corbeta (CP) Wilson Espíndola, recordó la Cruzada Libertadora “que a la postre redundaría en las ulteriores acciones militares y políticas que darían fin a la extensa y devastadora dominación extranjera sobre nuestro territorio, dando paso a la tan anhelada independencia nacional”.
Espíndola resumió las dificultades que enfrentó un grupo de hombres antes de llevar adelante la gesta histórica. “Largo y difícil fue el camino transcurrido desde los preparativos y momentos decisivos hasta la concreción de ese memorable grito de ‘Libertad o Muerte’ que sacudió a la Provincia Cisplatina hasta sus raíces”, recordó.
El prefecto añadió que “la ruptura de la unidad de las fuerzas luso-brasileñas que ocupaban la Banda Oriental, la formación en Montevideo de una sociedad política y secreta denominada ‘Caballeros Orientales’, el retiro de Montevideo de las tropas de Portugal dando fin a la dominación lusitana, el posterior ingreso a esta ciudad de las tropas del Brasil”, iniciando “la dominación brasileña y la victoria obtenida en la Batalla de Ayacucho en 1824” que cerró el período español en esta región, “fueron sucesos significativos que llenaron de estusiasmo y ánimo a más de un centenar de patriotas orientales, entre jefes, oficiales y algunos particulares que habían emigrado a Buenos Aires”, tras el sitio de Montevideo.
Espíndola subrayó que tales condiciones resultaron inspiradoras para lanzarse a la Cruzada. “Comenzaron entonces a organizarse para reunir dinero y armas a efectos de lograr sus objetivos, contando con el apoyo del gobierno de Buenos Aires. No se sabe con exactitud cuántos eran los orientales que ese día llegaron a la Agraciada, pero se lo recuerda con el número 33 como un símbolo de la Cruzada. Un número ligado a través de la historia con personas capaces de inspirar a otras personas en la búsqueda de grandes sueños e ideales y que sin lugar a dudas determinó que se siguiera adelante con fervor y sin pausa hasta la tan ansiada independencia”, puntualizó.
En su oratoria invocó a diversos historiadores que definieron a los protagonistas de desembarco, “como seres empeñosos, recios y sufridos que han predicado la buena nueva de la libertad, tocados por el destino para ser los ejecutores de un plan providencial, desproporcionado a sus medios”.
El prefecto resaltó el mensaje del hecho histórico y la dimensión que proyecta en la actualidad. “Cuando llega el momento de sofocar su vocación guerrera para dar comienzo a la obra duradera de la paz y del orden, estos hombres extraordinarios bajan sus espadas en señal de acatamiento al gobierno incipiente. Símbolos son de las ideas democráticas que habían de implantar, son hijos del pueblo con arraigo en el pueblo. Su única esperanza y única fe están en el pueblo”, afirmó.
Espíndola cerró su discurso con las palabras pronunciadas por Lavalleja, en su proclama emancipadora. “Empuñemos la espada, corramos al combate y mostremos al mundo entero que merecemos ser libres. Retirados a nuestros hogares después de terminada la guerra, nuestra más digna recompensa será la gratitud de nuestros conciudadanos. Argentinos y orientales: el mundo ha fijado sobre vosotros su atención, la guerra va a sellar nuestros destinos. Combatir, pues, y reconquistar: el hecho más precioso del hombre digno de serlo”, concluyó.
Posteriormente, las autoridades colocaron una ofrenda floral al pie del monumento a Lavalleja bajo el toque del pito marinero, actuó el dúo “Bargas-Ilardía” y se entonaron las estrofas de Marcha Mi Bandera, con el retiro de las insignias patrias.