Paysandú, Sábado 26 de Abril de 2014
Opinion | 25 Abr En reciente exposición en Paysandú, en la que se hizo presente EL TELEGRAFO, el economista Gabriel Oddone, de CPA Ferrere e investigador del Cinve, evaluó el escenario de la economía uruguaya, y dejó en claro que si bien se ha logrado atacar parcialmente el problema de los precios con medidas puntuales, que operan realmente sobre el IPC y no sobre la inflación estructural, la inflación “tendencial” está en 10%, por lo que se han aplicado medidas “estrictamente cosméticas para atacar el problema planteado en febrero”.
Advirtió asimismo que “Argentina va a ser una fuente de más problemas a corto plazo”, y que Uruguay ya está recibiendo un “shock regional”, cuando nuestro país tiene “muy poco margen de maniobra porque es año electoral, y porque la política económica tomó decisiones de rigidizar en exceso los salarios”.
Evaluó que por lo tanto no estamos ante desencadenantes de efectos traumáticos en el corto plazo, por cuanto “Uruguay este año va a hacer malabarismos pero la va a ir postergando”.
A su vez consideró que Brasil “sigue con un desempeño muy mediocre; es el gigante que siempre está por despertar” pero “pasaron 50 años y eso no pasó y no va a pasar. Ese es nuestro principal socio comercial, del cual algunas autoridades dicen que debemos pegarnos más”, y “es como colgarnos un ancla en el cuello”, sentenció.
En la misma línea se han expresado otros analistas del escenario económico nacional e internacional, siempre atentos además a la salvedad de que nuestra pequeñez tiene sus ventajas y sus desventajas y entre estas últimas figura sin dudas que somos tomadores de situaciones y sometidos a los avatares de la situación internacional, fundamentalmente en lo que refiere a los precios de los commodities.
Igualmente, hay coincidencias respecto a que más allá de avatares, nuestro país no registrará las tasas de crecimiento que se habían dado en los últimos años, sin riesgos financieros en el corto plazo, pero en cambio la dinámica de la economía en los próximos años va a ser muy importante porque en poco tiempo se puede aumentar la vulnerabilidad a los vaivenes de la región y los mercados internacionales.
Ocurre que tras un período de siete años de tasas de interés bajas en Estados Unidos y subas en los precios de los commodities la economía mundial ingresó en 2014 y 2015 en un período de transición hacia una nueva realidad.
Paralelamente, según los economistas Horacio Bafico y Gustavo Michelin, de la consultora Bafico-Michelin, las perspectivas de aumento del PBI para los dos próximos años están pautados por todos lados por señales de enlentecimiento y son muchos los factores extraordinarios externos que no se van a repetir.
En tanto, el déficit fiscal se ubica actualmente en el 2,7 por ciento del PBI, lo que es un nivel alto pero manejable, ya que se cuenta con reservas internacionales y acceso al financiamiento, en tanto otro aspecto nada desdeñable pasa porque la rentabilidad de las empresas privadas tendrá menos dinamismo, afectadas por el aumento en los costos. En el caso de las empresas públicas el resultado financiero se ha deteriorado por efecto de mayores gastos y por ende pagarán menos impuestos, subrayan.
La evolución prevista es hacia mayor déficit que por sí solo no generaría problemas pero sí provoca cada vez una señal más fuerte de la necesidad de un ajuste en el futuro, a lo que debe agregarse que el deterioro de las cuentas públicas y el aumento de los salarios son factores que apuntan a un deterioro de la cuenta corriente y por ende a un mayor endeudamiento.
Igualmente, la gradualidad con que se están registrando los cambios en las condiciones externas pueden llegar a ser un problema si no se logra que los desequilibrios internos de nuestro país no sean objeto de algún ajuste, de forma de reducir vulnerabilidades y por ejemplo hacer que el país sea menos caro para producir, porque estamos vendiendo altos costos internos que reducen sustancialmente la competitividad.
La apreciación real de la moneda ha llegado a niveles difíciles de sostener en el tiempo y este es un factor que también conspira contra la colocación de nuestros productos en el exterior, conjugado con salarios que son altos en dólares y que hacen que el precio final de lo que exporta Uruguay, sobre todo en el caso de los productos con por lo menos cierto grado de valor agregado, sean desalojados de los mercados por la competencia más barata.
Como bien lo expresara el economista Gabriel Oddone, Uruguay se ha encarecido respecto a la Argentina y el Brasil, y para tratar de atenuar el problema se debería “hacer un ajuste fiscal moderado y una convocatoria a los Consejos de Salarios para desindexar o moderar salarios”, cosa que no se va a hacer además porque --entre otras cosas-- como quedó demostrado últimamente “el balance de fuerzas no está equilibrado”.
El pecado de este gobierno está en que “en los últimos tres años la política fiscal y la política salarial estuvieron atendiendo otros aspectos. La política salarial estuvo enfocada en mejorar la recuperación de salarios, y la política fiscal estuvo orientada a mejorar la distribución del ingreso. El objetivo central no fue la estabilidad”, evaluó Oddone, para reflexionar que el próximo gobierno, “lejos de poder expandir gastos, más bien va a tener que estar preocupado para ver cómo contrae el gasto y como aumenta impuestos; en particular, el IRPF, seguro”.
Mientras que el “90% del gasto público es partidas comprometidas: salarios, pasividades, asistencia financiera al turismo social y transferencia a todos los programas de ayuda y el sistema de salud. O sea que el margen de maniobra para el próximo gobierno es complejo”.
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