Paysandú, Lunes 28 de Abril de 2014
Opinion | 27 Abr Considerado “el presidente más pobre del mundo” por su vida austera, es también el presidente más mediatizado que ha tenido Uruguay. La imagen y la voz de José Mujica se observa y escucha de manera reiterada por los mismos medios que lo buscan diariamente para que diga algo atractivo con lo cual titular una noticia, atraer a simpatizantes y detractores y lograr una reacción en tiendas opositoras que a su vez provoquen nuevos cruces de declaraciones. Así es como --más o menos-- se construyen los informes periodísticos en tiempos electorales.
El problema es que un mandatario --al menos en Uruguay-- no puede involucrarse en la campaña política porque lo impide la Constitución de la República, y sin embargo, es la figura más entrevistada en los últimos tiempos, tanto por la prensa nacional como extranjera. En ese hondo trajinar mediático, se aprecian preguntas que están orientadas a una réplica de alto contenido. Y lo consiguen.
El problema es que una figura tan expuesta en sí misma, no necesita un mayor grado de exhibición en sus declaraciones públicas porque --en definitiva-- representa a todos los uruguayos, hayan votado por él o no.
No obstante, por si todas esas declaraciones fueran pocas, cuenta con una audición semanal donde se despacha a gusto sobre lo que le agrada o no, ya sea discursando filosóficamente o hablando como lo haría un abuelo a su nieto. Y nuevamente sus audiciones son noticias y ocupan titulares porque seguramente dijo algo que exaspera a la oposición.
El problema es que la investidura presidencial, también es una cuestión de imagen del país y a veces hay que cuidar ese discurso para preservarla. En ocasiones, algunas apreciaciones de Mujica en su programa no parecen atravesar el tamiz de los asesores que deberían sugerir el enfoque del discurso presidencial. Porque en realidad, no debería hablar como un dirigente político sino como un Presidente.
Al menos en la última audición estuvo ausente la recomendación constitucional y una correcta orientación discursiva. Comparó su gobierno con el de Luis Alberto Lacalle y dijo que “la característica fundamental de los gobiernos del Frente Amplio es que la economía crece y, a su vez, se distribuye la riqueza”. Incluso señaló que cuando la oposición fue gobierno “archivó los consejos de salarios”, reiterando que “nos acusan de favorecer a los débiles”.
Hay que avisarle que se puede decir lo mismo sin tanta vehemencia político partidaria y recordarle que incluso gobierna para quienes no lo votaron. Y si el respeto empieza por casa, habrá que avisarle también que resulta insistente su propuesta hacia la interna para que su compañera, la senadora Lucía Topolansky sea candidata a vice, cuando todos saben que esa instancia no se resuelve en estos momentos.
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