Paysandú, Lunes 28 de Abril de 2014
Opinion | 28 Abr A pesar de un descenso de los embarazos adolescentes en Uruguay, de 13,9 a 9,6%, los guarismos siguen siendo altos, apenas por debajo de Costa Rica (11,1%), Brasil (11,8) y México (12,4%). Contrariamente a ésto, la fecundidad a nivel nacional continúa a la baja, ubicándose en 2,5 hijos por mujer en edad reproductiva.
De acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 11,1% de los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) presenta casos de madres adolescentes, al tiempo que esta cifra baja drásticamente al 3,6% en hogares con Necesidades Básicas Satisfechas (NBS).
Según el INE, una de cada cuatro adolescentes con seis años de estudio es madre, el 10% de las que tienen entre 7 y 9 años cursados y el 3,2%, entre las que cuentan con 10 o 12 años de estudios. El 14,2% de las adolescentes afrodescendientes son madres y el 9,1 de las jóvenes de ascendencia blanca.
Las cifras son coincidentes con el Tercer Atlas Sociodemográfico y de la Desigualdad del Uruguay, en el cual el Ministerio de Desarrollo Social, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y el Instituto de Economía señalaron “la correlación existente entre fecundidad, desigualdad social y carencias críticas”.
Los tres organismos apuntaron a la necesidad de “atender estos aspectos estructurales, así como las carencias en salud sexual y reproductiva y las persistentes desigualdades de género, promotoras de relaciones afectivas inequitativas que dificultan la consecución plena de los derechos sexuales y reproductivos”.
Desde 1996, cuando se registraba 14% de embarazo adolescente hasta el 10% actual, no se observa un descenso sostenido, sino que continúa asociada a las escasas alternativas que cuentan las jóvenes pertenecientes a segmentos menos favorecidos.
Además significa que, aunque exista una diversidad de programas enfocados a esta franja etaria, no se ha logrado concientizar que la salud sexual y reproductiva, junto a la posibilidad de posponer un embarazo, también son derechos de las adolescentes.
Así como se repite hasta el cansancio que “no se puede perder ni un solo niño” porque –en líneas generales-- la natalidad es baja en Uruguay, es bueno que comencemos a reiterar del mismo modo que “no se puede perder ni un solo adolescente” y que su rescate va mucho más allá de mensajes emitidos en un lenguaje con alto contenido técnico que algunas veces cuesta traducir.
De hecho, la dualidad rompe los ojos y profundiza la brecha existente con los sectores más vulnerables. El derecho de las mujeres a elegir cuándo y con qué frecuencia tener hijos es un indicador de desarrollo y tal como lo señaló la referente de Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), Lilián Abracinskas, “el mejor método anticonceptivo para las mujeres es tener otros proyectos de vida”.
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