Paysandú, Lunes 19 de Mayo de 2014
Opinion | 16 May Uruguay ocupa el octavo lugar en América Latina en consumo per cápita de alcohol, según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud.
Según el mismo, el 60% del consumo corresponde a vino, el 31% cerveza y 9% bebidas espirituosas. Además, los hombres consumen más alcohol que las mujeres --16,1 litros frente a 8,7 litros per cápita anuales-- aunque el promedio de consumo considerando ambos sexos es de 12,9 litros.
El informe revela que el consumo abusivo de alcohol provocó que más de 3,3 millones de personas murieran en el mundo en 2012 en el mundo, lo que representa el 6 por ciento de todas las muertes en el año, “o lo que es lo mismo, un fallecimiento cada diez segundos”.
Si usted se está preguntando si el alcohol mata, la respuesta es sí. El consumo de alcohol puede no sólo conducir a la dependencia, sino que también aumenta el riesgo de las personas de desarrollar más de 200 enfermedades, incluyendo la cirrosis hepática y algunos tipos de cáncer.
El informe también revela que el consumo nocivo de alcohol hace que las personas sean más susceptibles a enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la neumonía, sin incluir la incidencia en accidentes de tránsito.
La región de las Américas tiene el segundo consumo más alto per cápita entre las regiones de la OMS, después de Europa. También tiene la segunda tasa más alta de consumo episódico (después de Europa), un patrón de consumo asociado con efectos nocivos para la salud. Además, la región tiene el menor índice de abstención de por vida de consumo de alcohol.
Algunos países ya están reforzando las medidas para proteger a las personas. Entre estas medidas, figuran el aumento de los impuestos al alcohol, la limitación de la disponibilidad de las bebidas al elevar el límite de edad, y la regulación de en la comercialización.
“Aún se necesita hacer más para proteger a las poblaciones de las consecuencias negativas sobre la salud del consumo de alcohol”, afirmó el subdirector general para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de la OMS, Oleg Chestnov. La afirmación es digna de tenerse en cuenta, especialmente en un país que, como el nuestro, no parece capaz de controlar cuestiones básicas como la venta a menores de edad y en el que mucho se ha avanzado en materia de prevención de otras adicciones sociales --como el cigarrillo--. Y aunque el Estado se muestra optimista en su capacidad de control del mercado de la marihuana tras la legalización del consumo y producción, todavía es muy poco eficiente para prevenir y controlar que el alcohol no llegue a las manos de nuestros adolescentes y jóvenes menores de edad.
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