Paysandú, Sábado 24 de Mayo de 2014
Opinion | 24 May La reciente visita del presidente uruguayo José Mujica a los Estados Unidos, y la reunión en la Sala Oval de la Casa Blanca con su contraparte Barack Obama, ha dado lugar a ríos de tinta en cuanto al carácter simbólico de un encuentro entre un exlíder guerrillero que se alzó en armas en la década de 1960, y el presidente de la nación que precisamente era el enemigo de esa época --y todas las demás--, porque para imponer el sistema marxista necesariamente había que combatir al “imperio” del norte, que pretendía sojuzgar a toda América Latina.
Desde entonces mucha agua ha corrido bajo los puentes, y aquel líder tupamaro que despreciaba las libertades formales y la democracia burguesa, consideró que no solo correspondía, sino que sería una satisfacción personal y para el país que protagonizara una reunión cabeza a cabeza con el mandatario de la primera potencia mundial.
Lo que está muy bien, porque además los tiempos han cambiado y no solo los protagonistas, y de aquellos postulados de la izquierda sesentista quedan muy pocos seguidores a rajatabla.
Y es que la cultura de gobierno implica tener que hacer lo que se debe hacer, más allá del pasado y de reivindicaciones que siguen sonando muy atractivas para cierta tribuna, pero que son desmentidas sistemáticamente por los hechos, y no solo por la izquierda de nuestro país --o por lo menos la mayoría de ella-- sino por los partidos de izquierda en todo el mundo, sobre todo porque la URSS desapareció solita y Cuba ya no está en condiciones de andar promoviendo revoluciones por cualquier lado, cuando no se puede mantener ni a sí misma.
Estas reflexiones hechas a vuelo de pájaro nos permiten igualmente centrarnos en la dimensión de este encuentro, más allá del saldo real que pudiera tener para nuestro país sobre todo en lo que refiere a las relaciones comerciales, luego que precisamente durante el gobierno de Tabaré Vázquez la mayoría del partido de gobierno, incluso el MPP --sector de José Mujica--, se opusieron a cualquier intento de suscribir un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Más allá de las reflexiones filosóficas de Mujica en diversas tribunas que se le abrieron en Estados Unidos, e incluso ante organismos internacionales, con las acostumbradas vaguedades sobre las que nadie prácticamente puede estar en desacuerdo –sobre la paz, derechos humanos, la libertad, etcétera--, indudablemente tras el cernido queda poca sustancia en cuanto a logros concretos para el país, si es que realmente esa era la intención en la visita, por encima de la negociación respecto a los presos de Guantánamo. Por lo demás, la apertura del mercado estadounidense para nuestros cítricos y arándanos, además de la carne ovina, ya estaban concretados o en vías de dilucidación.
Un elemento muy significativo empero fue el hecho de que el gobierno de Estados Unidos pretende que Uruguay se sume en el futuro a las negociaciones del acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica, que apunta a conformar una de las mayores zonas de libre comercio del mundo, según da cuenta el semanario “Búsqueda”.
Este interés fue expuesto por altos funcionarios del gobierno de Barack Obama en las reuniones mantenidas con la comitiva uruguaya que se trasladó a Washington con Mujica, y en este sentido la embajadora de Estados Unidos en nuestro país, Julissa Reynoso, expresó a Búsqueda que “hay un interés del gobierno norteamericano para que países que no son miembros de la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico), como Uruguay, puedan entrar a la negociaciones y así lo planteamos”.
Debe tenerse presente que Washington está discutiendo --al igual que los gobiernos de otros siete países-- la adhesión al Acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica, conocido por la sigla TTP. Según la diplomática norteamericana, “queremos terminar la gestión con estos doce países, y cuando terminemos el objetivo es crear una plataforma para que puedan entrar otros”, aunque aclaró que “el gobierno uruguayo no manifestó todavía en concreto el interés en sumarse, pero hubo una conversación sobre el tema. Uruguay hizo una pregunta sobre dónde estamos en el proceso”.
A su vez Mujica confirmó que este tema estuvo en la mesa de conversación con el secretario de Estado norteamericano John Kerry, pero a la vez el mandatario uruguayo aclaró que “nosotros primero tenemos el Mercosur y estamos tratando de presentar una propuesta global a la Unión Europea, y queremos que esa propuesta llegue a un 85 o 90 por ciento de acuerdo entre todos los países del Mercosur”.
El mandatario uruguayo reconoció que por ahora los obstáculos para llegar a un avance mayor radican en la postura Argentina y en alguna medida de Paraguay, pero consideró que las perspectivas son promisorias, teniendo en cuenta sobre todo el escenario poco alentador de pocos meses atrás.
Pero sin dudas que igualmente la lección del Mercosur de los Kirchner o Tettamanti, cerrado e inoperante, ha servido de experiencia al mandatario uruguayo para tener otra perspectiva en cuanto a la conveniencia para Uruguay de participar en acuerdos comerciales, sobre todo entre bloques, aún más allá de la apuesta al “estribo” de Brasil, y consecuentemente tampoco descarta un proceso de acercamiento para sumarse a la zona de libre comercio con países del Pacífico, sin descuidar el acuerdo con la Unión Europea. Por lo demás, mientras en los dos últimos gobiernos de nuestro país ha habido resistencia, sobre todo de grupos radicales, a ingresar siquiera en una negociación por un tratado de libre comercio con Washington, el presidente Mujica parece haber asumido plenamente que este es un camino equivocado, a contramano de los tiempos, y hacer realidad su enunciado de que hay que “comerciar hasta con quien se descuide”, por lo que no entrar en las negociaciones ente bloques ni en aranceles preferenciales bilaterales significaría quedar al margen de los mercados mundiales, algo realmente impensable y hasta suicida en este mundo globalizado.
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