Paysandú, Domingo 25 de Mayo de 2014

El complicado derrotero del gas

Opinion | 20 May Desde hace años se está en conversaciones --por ahora eso es lo que hay-- con Bolivia para poder contar en nuestro país con abastecimiento de gas a un precio accesible, teniendo en cuenta que ese país es un fuerte exportador hacia la región, como es el caso de Argentina y Brasil, y que Uruguay tiene un marcado déficit en cuanto a respaldo en generación de electricidad por el alto costo operativo de las centrales térmicas.
En el caso concreto del producto boliviano, las dificultades no tienen que ver con el origen del gas, desde que Bolivia tiene muy buena disponibilidad y capacidad de extracción, sino en su transporte a lo largo de casi cuatro mil kilómetros hasta llegar al Uruguay. Y el problema no es tanto la distancia, que es un factor importante, pero que puede resolverse con infraestructura y logística, sino la inseguridad que representa la Argentina, tan impredecible para Uruguay como para los demás vecinos, y por cuyo territorio pasa el gasoducto que se extiende hasta nuestro país.
En las últimas horas ha surgido nueva información sobre las tratativas con el país del altiplano, a través del embajador uruguayo ante el gobierno de esa nación, Carlos Flanagan, quien confirmó que se están analizando dos opciones de transporte para atender la posible operativa, las que se centran por un lado en el flete y el canon que pueda cobrar Buenos Aires, y por ende este factor será determinante respecto a que volúmenes se podrían comprar al país mediterráneo.
Flanagan dio cuenta en rueda de prensa en La Paz que si bien la primera opción es utilizar el gasoducto argentino, “eso implica una negociación con ese país, porque se supone que Argentina puede plantear el pago de un canon por el pasaje de gas por su cañería”
La otra posibilidad que se analiza es traer el gas licuado en estado de GLP (gas licuado de petróleo) por barcazas a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná, en buques cisterna que vendrían río abajo hasta empalmar con el gasoducto tendido en suelo uruguayo. Si bien el embajador uruguayo no reveló eventuales volúmenes de compras, dijo que los costos están siendo analizados por el Ministerio de Industria, Energía y Minería para lograr una ecuación que les sirva a los dos países involucrados directamente.
Precisó que “el precio del gas es el primer elemento que se toma en cuenta cuando se estudian costos, pero el precio de los fletes también es importante y por eso hay que ir paso a paso, sin apresuramientos, con un estudio serio de todas las posibilidades que entran en esa ecuación de costos”. Flanagan también argumentó que no existen problemas para que el gas pueda llegar a Uruguay en estado líquido, porque nuestro país está invirtiendo en una planta regasificadora flotante que se instalará en la bahía del puerto de Montevideo, en tanto por otro lado se informó que Bolivia estará en condiciones, a partir de 2015, de producir unas 1.400 toneladas de gas licuado de petróleo al día.
Sin dudas que el contar con una regasificaora es un aspecto clave para que se pueda manejar con visos de viabilidad el transporte de gas licuado en barcazas por la hidrovía, y contar con la regasificadora para almacenaje y gasificación para la distribución, pero tanto en uno como en otro caso hay problemas de logística a superar, aunque sobre todo en la parte política, teniendo en cuenta la imprevisibilidad de Argentina.
Debe tenerse presente que si bien se cuenta con un gasoducto entre los dos países, con un extremo en el sur y otro a la altura que cruza por el puente internacional Paysandú-Colón --además de un tercero a la altura de Casa Blanca por el que hasta ahora no ha entrado siquiera una gota de gas--, los serios problemas de disponibilidad del combustible de Argentina determinan un alto factor de inseguridad en el suministro a terceros países cuando aumenta la demanda, esto es en los días más crudos de invierno, porque el gobierno “K” no respeta los contratos que firma y si precisan gas para consumo interno, simplemente “cierran la canilla” al exterior.
Cercano está además el ejemplo chileno, cuando el gobierno de Néstor Kirchner les interrumpió el abastecimiento en pleno invierno porque no le alcanzaba para el suministro interno, y no dudó en violar los acuerdos dejando sin el energético a Chile. En el caso de la nación trasandina, inmediatamente pusieron manos a la obra y se “emanciparon” de la Argentina, instalando plantas regasificadoras que les permiten importar el gas en barcos desde cualquier parte del planeta. Este antecedente obra como un argumento contundente, más allá del pago de canon y otros costos, para hacer que el uso del gasoducto ya tendido y para el que bastaría poco menos que abrir la llave para contar con el gas, sea un arma de doble filo, porque no nos aseguraría el abastecimiento, y por el contrario, seríamos aún más dependientes y por lo tanto vulnerables del humor de los porteños.
En conclusión, aun teniendo en cuenta los problemas en la hidrovía, creados también por medidas de la Argentina, sería una opción menos problemática desde este punto de vista, y se debería buscar la forma más eficaz de acordar la logística para tener a la vez un mercado adicional para la compra de gas, además de las opciones que se abren al contar con la regasificadora en el sur.


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