Paysandú, Domingo 25 de Mayo de 2014
Opinion | 21 May Mientras por un lado han surgido dirigentes de sindicatos adherentes al Pit Cnt que abogan por constituir una nueva central sindical, porque consideran que no están representados en la dirigencia que encabeza ésta, en las últimas horas se supo que la central de trabajadores ha convocado para este jueves a unos 30 sindicatos con el fin de planificar acciones “propagandísticas y organizativas” bajo la consigna de “ni un voto para la derecha y la reacción neoliberal”.
Según indica El País, esta planificación se hará en el marco del Plan de Acción 2014 aprobado por la Mesa Representativa del Pit Cnt hace una semana, cuando naturalmente empieza a moverse la campaña electoral de cara a las elecciones de octubre de este año.
Precisamente, la campaña electoral es una disputa entre partidos por obtener el voto mayoritario de la ciudadanía, y por lo tanto la central sindical debería ser ajena a esta expresión, si se mantuviera dentro de sus cometidos, que son precisamente el luchar por la mejora de la situación laboral y salarios de los trabajadores, representando a todo el espectro de sus afiliados sin alineación política alguna.
Ocurre que el Pit Cnt lejos de ser un sindicato representativo de la fuerza laboral, es un brazo político del Frente Amplio, solo que esta vez lo demuestran sin tapujos. No es entonces casualidad concentre menos de la mitad de la fuerza laboral del país --una décima parte de la población total del Uruguay--, aun cuando en los dos últimos períodos el gobierno no solo impulsó al sindicalismo, sino que en muchos casos sólo se reconocieron los sindicatos “aprobados” por la central sindical, tanto para los Consejos de Salarios como en situaciones de conflictos.
Pero la dirigencia del Pit Cnt está en otra cosa, obnubilada por su fundamentalismo ideológico, y pese a discursos en contrario, no admite discrepancias en cuanto al voto a las corrientes de izquierda más radicales nucleadas en el Frente Amplio. Lo que al fin de cuentas no estaría mal en cuanto a la adhesión personal, por cuanto todo trabajador o dirigente gremial tiene derecho a embanderarse con cualquier causa partidaria o ideología, pero lo que no corresponde es usar al sindicato y a la propia central sindical como instrumento de su pensamiento personal, aunque éste sea compartido por otros dirigentes.
La dirigencia se arroga así el derecho --y además muy suelta de cuerpo, como si fuera la cosa más natural del mundo-- a arengar a la masa de trabajadores a que adhieran a las corrientes de izquierda que comparecen en la contienda electoral, y anatemizando así a todo otro partido que aspire a contar con el voto ciudadano, a los que considera al barrer como de la “derecha” --el enemigo-- o integrantes de la “reacción neoliberal” --mala palabra--.
De esta forma está planteado el escenario que un eventual gobierno “de derecha” enfrentaría, de triunfar en las urnas: la oposición más dura no sería de la “izquierda”, sino de la “acción sindical” del Pit Cnt, que no es otra cosa que una extensión del actual gobierno. Y eso no es democracia.
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