Opinion | 23 May Una historieta utilizada por el Partido Comunista como parte de su campaña, donde muestra a un hombre que trabaja y a su mujer en la cocina puso los pelos de punta a la coalición de izquierda y motivó una queja con la firma de la presidenta del Frente Amplio, Mónica Xavier.
Para la exsenadora socialista, solo faltó que la mujer “apareciera con ruleros”, en tanto la protesta se extendió con el cometido de quitar la publicación de circulación. En la queja, Xavier resaltó que en el afiche “la esposa no hace otra cosa que cocinar, tener hijos y pedirle plata al marido para cubrir las necesidades de los hijos y la casa. En ninguna escena aparece siquiera en la vereda”, puntualizó.
Ni es malo usar ruleros ni dedicarse a “labores propias de su sexo”, el punto en cuestión era orientar el discurso hacia las políticas sociales que igualan los roles en una sociedad con modismos patriarcales.
El asunto es que la historieta fue calificada de “machista” con un mensaje “discordante” en referencia al discurso programático de la fuerza política.
Más allá de las tribulaciones que puede ejercer cualquier mensaje político sobre la hipersensibilidad existente en la actual campaña hacia las internas del 1º de junio, el Instituto Nacional de Estadísticas dio a conocer datos relevantes sobre la participación femenina del trabajo.
La tasa de empleo de las mujeres creció 22% en seis años y duplicó a la de los hombres que en el mismo período aumentó un 10,1%, y por sectores de la producción hoy se puede comprobar con facilidad que ha ingresado en ámbitos a los cuales la generación anterior se hallaba imposibilitada.
Es así que se encuentran mujeres trabajando en la construcción, en talleres de soldadura o mecánica, en la instalación de fibra óptica, entre otros oficios que ya son habituales a la participación femenina.
Sin embargo, tal como dice la queja de Xavier, “los cambios en nuestra cultura patriarcal son lentos”. La pobreza todavía mantiene su cara de niño y de mujer, en tanto, los puestos de trabajo que se generaron no lograron absorber a la cantidad de población femenina con necesidades básicas insatisfechas y jefas de hogar que salieron a buscar un empleo. Es así que el desempleo en las mujeres aumentó de 7,7 a 7,9%.
Con ruleros o sin ellos y sin tiempo para “aparecer siquiera en la vereda”, existe un núcleo duro que puja por ingresar –sin éxito-- al mercado laboral y que además de cocinar todo el día, debe llevar adelante las frustraciones propias del hogar y cubrir como puede las necesidades de sus hijos y su casa.