Opinion | 25 May Tras la aprobación parlamentaria de la regulación del mercado del cannabis, la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso se reunió con el senador oficialista Luis Gallo, el asesor económico de la embajada, Marcelo Paglia y una agente de la Agencia para el Control de Drogas (DEA), donde expresó su temor ante una eventual infiltración de las redes de narcotraficantes en el mercado legal uruguayo.
La diplomática también expresó su preocupación por un posible aumento en el consumo de marihuana y argumentó que a raíz de la legalización en los estados de Colorado y Washington, se notó un incremento de las adicciones y de los siniestros de tránsito.
Precisamente en las últimas horas se anunció que en Colorado se realiza este fin de semana una campaña que obsequia paquetes de marihuana, aceite y semillas a los veteranos de guerra estadounidenses que padezcan fuertes depresiones post-traumáticas, dolores crónicos u otros problemas médicos que requieran un tratamiento.
Toni Fox, hija de un veterano de la guerra de Vietnam que se suicidó por estas causas, recordó que a su padre “lo único que lo ayudaba era el cannabis” y a poco de lanzada la campaña, más de 300 exsoldados se pusieron en contacto para recibir marihuana legal así como el equipo necesario para cultivarla.
Los organizadores esperan un aumento sostenido en las solicitudes dado que se ha confirmado en esos estados que un veterano no perderá sus beneficios por consumir cannabis legal. Incluso esperan reducir la cantidad de suicidios y muertes por sobredosis que se registran diariamente en Estados Unidos, aunque de esto no se hable.
Y es bueno recordar que de los 30.000 suicidios que ocurren anualmente en Estados Unidos, un 20% corresponden a veteranos de guerra y 271.000 viven en situación de calle. Además, hay cinco millones de soldados que participaron en las guerras de Irak y Afganistán, de los cuales 300.000 sufren estrés post-traumático y unos 320.000 han sufrido algún tipo de daño cerebral.
En la sociedad norteamericana, los veteranos de guerra encarnan los ideales y valores que con mayor admiración el statuo quo proyecta dentro y fuera de fronteras. Sin embargo, como vemos, corresponde a la población más vulnerable que sigue aguardando que sus gobernantes se ocupen y no tanto se preocupen por sus altos niveles de autoeliminación, entre otras problemáticas como la habitacional.
Mientras la diplomática observa un aumento de las adicciones en la población a raíz de esta iniciativa, las organizaciones sociales tratan de atender otras miserias humanas que no se mencionan seguido en las estadísticas ni en los medios de comunicación. Y ambas partes son atendibles.