Paysandú, Lunes 02 de Junio de 2014
Rurales | 01 Jun El ingeniero agrónomo Rómulo Cesar, técnico en Paysandú del Plan Agropecuario, junto a otros profesionales uruguayos realizó una gira de tres semanas, que tuvo como cometido la visita y el conocimiento de prácticamente toda Nueva Zelanda, con actividades en las islas Norte y Sur.
El objetivo del viaje concretado por técnicos del Instituto Plan Agropecuario (IPA), Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), fue básicamente de entrenamiento y aprendizaje en los temas de extensión y transferencia de tecnología.
El viaje se desarrolló “en virtud de un proyecto que se va a comenzar a implementar muy próximamente en Uruguay, con la posibilidad de transferir parte de la experiencia de los organismos de extensión de ese país en Uruguay”, dijo el profesional a EL TELEGRAFO.
La diferencia más clara que el profesional observó de ese país con Uruguay, “es el entorno y la forma en que los productores llevan adelante los diferentes emprendimientos productivos”. De todas maneras, puntualizó que “con los técnicos neozelandeses y varios uruguayos que trabajan allá, interactuamos de igual a igual en diversos temas”.
“El desafío es ver a través de lo que vimos en Nueva Zelanda y los intercambios realizados, qué cosas son posibles de adaptar a nuestras condiciones, transferir a los productores con los que trabajamos, y que el viaje redunde en beneficio para el sector”.
Consideró que allá los campos “tienen niveles de productividad muy elevados y sostenidos en muchos años, tanto en predios de producción de carne bovina como ovina, además de lechería. Visitamos un número importante de establecimientos en los tres rubros en donde apreciamos como aspecto clave, que producen mucho pasto con niveles altos de fertilización y lo utilizan muy bien”.
La persistencia de las pasturas --comparada con Uruguay--, “es mucho mayor”. Dijo que “cuando en Uruguay hacemos pasturas deseamos que dure 3, 4 o 5 años. Ellos por tener mucho bosque, una vez que lo retiran tienen que incorporar especies, con raigrás en un 70% de la base forrajera, que duran muchos años, pero que para que produzcan de 10.000 a 15.000 kilos de materia seca, es importante agregarle niveles de fertilización todos los años”.
Aclaró que Nueva Zelanda “es una isla con una variedad importante de climas.
En la Norte los regímenes de lluvias son bastante similares a los nuestros, manejándose en el entorno de los 1.000 a 1.300 milímetros por año”.
Los niveles de subdivisión en los campos visitados por los técnicos uruguayos “es muy importante, con acceso a agua en la mayoría de estas subdivisiones”, lo que según Cesar se logra “con una apuesta de inversión de muchos años, acompañados por políticas de apoyo de largo plazo, y un papel muy importante de los organismos de financiamiento”.
Acotó sobre el particular que otra de las características de los productores es que “trabajan con deudas, en donde el acceso al banco es una herramienta que utilizan recurrentemente, por lo que las mejoras fijas de alambrados, subdivisiones, etcétera van asociadas a una inversión. Además de contar con las líneas de crédito, tienen la predisposición a hacerlo y asumir el riesgo de tomar un préstamos para este tipo de inversiones”.
Para el profesional, “hay una cultura del productor a la innovación y mejorar los niveles de productividad”, a pesar de tener un costo elevado de la tierra, “con campos ganaderos con topografía de montaña que tiene un valor de 6.000 a 8.000 dólares por hectárea, y campos lecheros en valles, que llegan a 30.000 o 35.000 dólares la hectárea”. Recordó que en las zonas donde se hace lechería esta producción “es exclusiva prácticamente en la región, superando los números obtenidos a cualquier otro emprendimiento, sector que incluso crece en número de productores y área ocupada”, al contrario de lo que sucede en Uruguay.
En las zonas donde llueve menos y los suelos son de menor fertilidad, la ganadería bovina y ovina conviven, aunque no se da tanto el pastoreo mixto que estamos acostumbrados a ver en nuestros campos, porque ellos controlan mucho el pastoreo”. Aclaró que en la isla Sur “prácticamente hay solo ovinos, al ser zona de montañas y niveles bajos de precipitaciones, con producción básicamente de lana fina”.
Destacó la conexión entre la lechería y la ganadería de carne.
“Producen mucha carne, entre 450 a 700 kilos de carne por hectárea, con una recría y engorde de los machos producidos de los tambos, con salida al mercado de Estados Unidos con un precio muy interesante”.
LA MUJER
Una de las características que los profesionales uruguayos percibieron de primera mano, es la del productor y su familia viviendo en el campo como único lugar de residencia, “y a partir de ahí otro rasgo diferencial que es el rol de la mujer en las explotaciones agropecuarias”.
Rómulo Cesar sostuvo que “las mujeres tienen un rol protagónico en lo que es la gestión del predio, pero también en los aspectos operativos del establecimiento”. Puntualizó que un aspecto diferencial también “es la escasez de mano de obra al ser muy cara, por lo tanto en la mayoría de los predios los que trabajan son los integrantes de la familia”.
Gran parte de la recorrida de la delegación compatriota fue por zonas con diversidad de centros poblados con los servicios necesarios, “acompañado por un sistema de caminería rural y servicios que para nosotros nos llamó mucho la atención, como ser que a los hijos de los productores los pase a buscar un micro u ómnibus para llevarlo a la escuela. Esto contribuye a que el productor viva en el predio y tengan comodidades muy buenas”.
RECAMBIO
Sobre el recambio generacional, Cesar indicó que a pesar de que la situación en Nueva Zelanda con los jóvenes es similar a lo que acontece en Uruguay, destacó la experiencia de un productor, que procurando que sus hijos continúen en el campo, “repartió acciones dentro de la empresa, entregando a sus hijos parte de ese paquete accionario, quedándose los padres con un porcentaje del mismo”.
“Para nosotros eso fue muy novedoso”, acotó. “Era un predio de 400 hectáreas con parte de ganadería y lechería (300 vacas en el tambo), en donde los tres hijos tienen parte en las acciones y a partir de eso se esfuerzan aún más por sacar adelante el emprendimiento”.
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