Paysandú, Jueves 05 de Junio de 2014
Opinion | 01 Jun A pocos días de la inauguración del Mundial de Fútbol en Brasil, buena parte de los uruguayos estamos expectantes de todo lo que sucede en torno a este tema. Seguimos la llegada de los jugadores, compramos figuritas, discutimos lo que debe hacer Tabárez y, por supuesto, estamos tremendamente preocupados por la situación de Suárez. También están quienes observan con atención lo que sucede en el gran país norteño, pensando ya en la copa 2030 en la que nuestro país pretende ser anfitrión, puesto que sería el mejor homenaje a los 100 años de esta competencia internacional cuyo primer campeonato se jugó precisamente en Montevideo, en 1930, y en el cual la “celeste” se llevara los laureles.
Ya en otras oportunidades nos hemos hecho eco de tal iniciativa, y agregamos que debería ser co-organizado con Argentina, por obvias razones de capacidad logística. También hemos planteado la necesidad de que Paysandú se sumara al proyecto para aprovechar la ventana al mundo que representa tal evento internacional.
Sin embargo, algunos elementos hacen suponer que enfrentar un desafío de tal magnitud puede terminar siendo negativo para el país.
Al respecto, consideramos oportuno reproducir parte de un artículo firmado por Francisco Muciño bajo el título “Brasil 2014, ¿un ‘Maracanazo’ económico?” publicado por la revista Forbes (edición en español) el 19 de mayo último.
Establece la nota: “El episodio más trágico en la brillante historia de Brasil en las copas
del mundo se escribió el 16 de julio de 1950 en el estadio Maracaná de Rio de Janeiro. 173,850 espectadores estaban listos para ver a la selección brasileña coronarse como campeona del mundo por primera vez, nadie esperaba lo contrario. (…) Su rival, Uruguay, jugaba con todos los factores en contra. Brasil se adelantó en el marcador con un gol al minuto 47, pero Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia anotaron en los minutos 66 y 79 y la escuadra ‘charrúa’ levantó su segunda copa Jules Rimet. Aunque actualmente Brasil es pentacampeona del mundo, esa derrota, conocida por todos como el ‘Maracanazo’, dejó marcada de por vida al país”.
“64 años después, vuelve la Copa del Mundo a Brasil. (…) Aunque nadie espera que se repita la historia, un Maracanazo podría volver a ocurrir, pero esta vez fuera de la cancha”, donde “se corre el riesgo de que el descontento social se reactive si el torneo fracasa a nivel organizacional”.
Indica luego la nota: “Históricamente, los eventos deportivos como la Copa del Mundo o los Juegos Olímpicos tienen un impacto económico moderado en los países y ciudades que son sede. En muchas ocasiones, dejan una gran deuda a los países. El caso más célebre es el de Montreal, Canadá, que organizó los juegos olímpicos de 1976. La ciudad contrajo una deuda de 2.800 millones de dólares de esa época (cerca de 10,000 mdd de 2009) que tardó 30 años en pagar”.
“Con los campeonatos mundiales de fútbol, la historia es similar. De acuerdo con el estudio ‘Impactos económicos de las copas mundiales de Francia 1998 y Alemania 2006’, de los académicos Swantje Allmers y Wolfang Maening, que estos dos etnos no tuvieron un impacto positivo en turismo, empleos o ingresos”.
“El Mundial de Sudáfrica hace cuatro años tampoco tuvo el efecto esperado. En un estudio de la Universidad de Hamburgo, Alemania, se midieron el número de reservaciones en los hoteles y las llegadas de turistas durante el campeonato. El número no rebasó las 90,000 personas, cuando inicialmente se esperaban hasta 320.000”.
“Si en las últimas ediciones de la Copa del Mundo el impacto ha sido mínimo para los organizadores en relación a los costos, en el caso de Brasil el resultado podría ser peor incluso. Un reporte de Ernst&Young Terco y la Fundación Getulio Vargas estima que la organización del Mundial ha tenido un impacto económico de 142.000 millones de reales (64.000 millones de dólares), entre 2010 y 2014, pero en su mayoría se deben a inversión indirecta y sólo 10.161 mdd habrían sido destinados para asegurar la infraestructura adecuada para el evento. (…) El estudio del banco de inversión suizo firmado por los economistas Guilherme Loureiro y Thiago Carlos estiman que la Copa del Mundo en Brasil puede afectar temporalmente algunos indicadores económicos, como la producción industrial, balanza de pagos y la inflación. Mientras que los beneficios económicos podrían ser incluso menores si se comparan con los de otros países anfitriones en el pasado”.
El reporte concluye que “si los beneficios económicos serán mínimos para el país, los costos sociales y políticos pueden ser mucho mayores”.
De ser realistas estos conceptos, corresponde entonces analizar hasta dónde un pequeño país tercermundista como el nuestro está en condiciones de organizar un evento de este tipo, que hace ya décadas dejó de ser “por amor a la camiseta” y en donde los (cientos de millones de) dólares mandan.
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