Paysandú, Jueves 05 de Junio de 2014

¡Menos mal que no somos India!

Opinion | 05 Jun Cuando todo hacía pensar que Uruguay iba a poner un pie en el primer mundo con el comienzo de la informatización para el registro y control de las elecciones, quedó demostrado que la tecnología por sí sola no hace a la eficiencia, y que hay mucho para mejorar --y solucionar-- en la Corte Electoral antes de innovar.
En un país de solo tres millones de habitantes, donde solo votó un 35 por ciento de los habilitados para hacerlo, hubo que esperar tres días después del acto eleccionario para saber a ciencia cierta y oficialmente quiénes iban a ser los candidatos presidenciales en Uruguay, cuando la idea era que ya en la madrugada del lunes se supiera formalmente quién encabezaría las listas a la Presidencia en octubre. Y se supo, pero por las encuestadoras, no por la Corte Electoral. Había más de 3.500 computadoras Magallanes del Plan Ceibal para cubrir prácticamente la mitad de los 7.137 circuitos electorales que hubo el domingo en todo el país, con zonas que tuvieron prácticamente el 100% de cobertura con las computadoras. En Paysandú hubo 66 circuitos computarizados de los 269 que se habilitaron, y ya van dos instancias electorales en las que se probaron las máquinas: en las elecciones universitarias y en las notariales.
¿Qué fue lo que pasó? Esa pregunta, hecha por varios periodistas a los integrantes de la Corte Electoral, no tiene aún una respuesta clara de las autoridades. Que hubo errores de digitalización, por ejemplo poniendo el número de lista en vez de los votos obtenidos en el casillero del resultado, o que hubo otros errores como donde iba el número 1 poner 01, con lo cual el programa informático rechazaba la información y no se cerraba para enviar los datos por Internet; hasta se argumentó el cansancio que representó trabajar desde las 7 de la mañana hasta las 21 en cada mesa receptora de votos, o que se confundieron con el voto en blanco parcial. Ninguna de estas razones son válidas para justificar la ineptitud en registrar en forma manual o por computadora unas elecciones internas que tuvieron en Montevideo diez partidos políticos, pero en el Interior corrieron efectivamente cinco con solo ocho precandidatos a la Presidencia.
Solo pensar en cómo todo funcionaba bien en las elecciones nacionales (no internas) anteriores a 1989, cuando no había límite de presidenciables y había muchas más opciones de error que ahora por la cantidad de listas, muestra a las claras todo lo que hemos involucionado en poco tiempo. Y Uruguay, además, aún era ejemplo de pureza y justicia por el sistema electoral y su control.
Evidentemente hubo un exceso de confianza de la Corte Electoral sobre lo “fácil” que iba a resultar la digitalización del control de las elecciones. Y eso pese a un informe de 16 páginas hecha por la oficina electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el trabajo hecho en las elecciones universitarias de marzo de 2014 donde se planteaba el problema de la capacitación de los funcionarios y “la ausencia de métodos de prueba” del sistema informático.
Y los propios trabajadores de la Corte Electoral, la Asociación de Funcionarios Electorales del Uruguay, en una actitud interesante por sus aportes, dirigió una comunicación a los partidos políticos antes de las elecciones donde se advertía que “el sistema tenía varias fallas” y que la capacitación “fue tardía e insuficiente”. Advirtió que “la organización de estos comicios (…) se ha llevado a cabo con un alto grado de improvisación e imprevisión, que trajo como consecuencia, en los últimos días, un desmantelamiento del aparato logístico del Organismo como nunca había sucedido”. Aclararon que no estaban en desacuerdo con el nuevo sistema pero que “consideramos que aún no están dadas las condiciones para que un cambio tan importante se aplique en forma masiva y de un modo tan improvisado”, argumentando “el deficiente programa de capacitación implementado por la Corte Electoral, de manera insuficiente y tardía, tanto para los funcionarios electorales como para los integrantes de las Comisiones Receptoras de Votos”. Pese a tales advertencias, las autoridades de la Corte Electoral siguieron con el plan, con el resultado a la vista.
No se trata de hacer una crítica destructiva sobre un sistema de registro de votos que es utilizado en muchísimos países del mundo, y con excelentes resultados y garantías. Tal vez pase porque no siempre lo que hacemos “a la uruguaya” sale bien, y a veces es bueno copiar lo que a otros les da resultados, o seguir sus consejos.
Uruguay no es India, que cuenta con 800 millones de habilitados para votar. Somos sólo 3 millones de habitantes, y demoramos 3 días para tener un resultado sobre una votación efectiva de menos de un millón de sufragios.
Quedan poco menos de cinco meses de las elecciones nacionales, las que sí “duelen” y definen. Ni por asomo habría que pensar que la calidad del trabajo de la Corte Electoral en cuanto a los resultados pueda ser objetable, dada la cristalinidad que tiene el sistema electoral uruguayo. Pero sí es preocupante que, de darse una cantidad de votos pareja entre quienes sean los dos candidatos más votados, Uruguay deba esperar tres días, en pleno siglo XXI, para saber quién es el Presidente de la República.


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