Paysandú, Jueves 12 de Junio de 2014
Locales | 08 Jun No esperemos nada, más que de nosotros mismos
Pues bien, es el momento de hacer algo por nosotros, y no tan solo quejarnos por la inseguridad y la impunidad con que delinque la minoridad.
Si perdemos esta oportunidad que nos ofrece este plebiscito para bajar la edad de imputabilidad como adulto a los 16 años, luego no nos quejemos que los jueces, el Ministerio del Interior, o los legisladores que nada hacen por mantener la ley y el orden. Es el momento de pasarle un mensaje claro a los que no respetan a la gran mayoría de uruguayos que pretenden trabajar y vivir en paz; que una cosa es la democracia, los derechos humanos, mientras otra muy distinta es hacer un mal uso, o más bien un abuso de estos derechos, para burlarse de las personas que respetan a sus semejantes en un orden al menos mínimo de convivencia necesaria para vivir en sociedad.
Esto implicaría modificar el artículo 17.823 del Código de la Niñez y la Adolescencia, que entiende como adolescente a los mayores de 13 y menores de 18, pasándose a considerar como adulto a partir de los 16.
Los que defienden lo indefendible, o sea a los delincuentes, argumentan que esto no solucionará el tema de la inseguridad; y por supuesto que no lo hará, éste es tan solo un punto de una batería de medidas que hay que tomar. Pero será un importante paso en la búsqueda del control de ésta.
Que deben de ser diferenciadas las cárceles, no cabe ninguna duda, pero no tanto por la edad, sino por el grado de peligrosidad del delincuente. Porque puedo asegurarles que hay varios individuos de 17 años que merecen más una cárcel de alta seguridad que muchos mayores que llegan por un accidente de tránsito, o peor aún, por haber repelido una rapiña, cansados de ser acosados por delincuentes que roban una y otra vez su pequeño comercio como si fuera un impuesto más que deben pagar, a veces hasta con su vida.
También se nos pregunta qué va a pasar luego cuando los que delincan sean menores de dieciséis. Vayamos por parte, por lo pronto un porcentaje importante que es claramente consciente de sus actos tendrá el castigo que se merece. Por otra parte, hace tiempo se procesó a un joven adulto porque su perro atacó a una señora mayor, y se ha legislado sobre la tenencia responsable de animales llegándose hasta prohibir la posesión de los mismos, lo que me parece muy bien. Ahora, si se es responsable por un animal el cual uno no puede exigirle que sea racional, ¿los padres no deberían ser absolutamente responsables por los actos de sus hijos menores? Porque la patria potestad no solo implica derechos sobre la tenencia de los hijos sino también deberes, sobre todo en su educación, y no me estoy refiriendo tan solo a mandarlo al colegio. Si se prohíbe la tenencia de un perro a una persona que descuida y maltrata a una mascota, pregunto, ¿qué se debería hacer con individuos que no cumplen con sus deberes paternos?
Por lo tanto se debe legislar. Si tan solo se entrega nuevamente a sus padres al menor de 16 que delinque por decisión únicamente del juez tenemos una laguna legal, donde se otorgan derechos sin exigir deberes ni responsabilidad de tipo alguno. Por lo tanto a los que ejercen los derechos y poseen la tenencia, al delinquir el menor por primera vez, el juez deberá enterarlos que de reincidir pagarán con el mismo rigor que si hubieran sido ellos los que cometieron la infracción, llegando a perder la patria potestad de reincidir por tercera vez. Y esto no será opción del juez, sino que tendrá que aplicarlo en forma rígida de probarse los respectivos delitos.
Por supuesto que para llevar adelante esto hay que mejorar mucho el INAU, clasificando los lugares para cada tipo de menor que necesita contención luego de haber sido mal educado y probablemente maltratado por su propio progenitor. Pero esto no debería ser problema y ya tendría que estar marchando para un gobierno que usó a la educación como bandera, y arrancó su segunda magistratura diciendo “educación, educación y más educación”. Pero evidentemente estamos ante un cliché y nada más. Porque no solo con dinero, y mucho menos despilfarrado se logran resultados.
Si un menor de dieciséis delinque reiteradamente es evidente que hay un mayor detrás incentivándolo para esto, o al menos que lo abandona a la buena de dios y por lo tanto al poseer la patria potestad deberá responder por él. Porque en toda sociedad deben existir pautas claras de causa y efecto, donde todos de una forma o de otra seamos responsables de nuestros actos, porque ser joven no es delito, pero ser delincuente no tiene edad, tan solo responsables diferentes.
Si está de acuerdo estimado lector, a no olvidarse en octubre lo que se plebiscita y agregar esta papeleta cualquiera sea el color político de su voto ya que es lo único real a lo cual aferrarnos, el resto es tan solo hipotético. Es hora de que hagamos algo por nosotros mismos y nuestro pueblo: “Votemos bajar la edad de imputabilidad como primer paso para endurecer la mano con la delincuencia”. Será un claro mensaje para los que se inclinan por vivir en el delito que no será fácil y mucho menos gratis.
Javier Pizzorno
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