Paysandú, Jueves 12 de Junio de 2014
Opinion | 09 Jun “Es una telenovela que forma parte del juego y hay que aceptarla”, dijo el consejero y jefe del sector de Asuntos Políticos, Comerciales y Comunicación de la Unión Europea en Uruguay, Francois Boudie, al evaluar nuevos obstáculos surgidos en la negociación del bloque con el Mercosur debido a las evasivas y dilaciones que sigue interponiendo Argentina, cuando parecía que todo se encaminaba hacia un desenlace positivo en el corto plazo.
Igualmente, el jerarca se mostró optimista respecto a que el vecino país finalmente acompañe la oferta que los demás países del Mercosur le propusieran al bloque europeo para lograr un acuerdo de libre comercio. En declaraciones formuladas en nuestro país, Boudie señaló que el Mercosur trabaja para preparar su oferta con la interrogante de la postura del gobierno de Cristina Kirchner sobre su participación o no en el acuerdo. “Pienso que Argentina sabe perfectamente que este acuerdo es importante para ellos porque exportan mucho y no quieren quedarse afuera. Soy optimista en que Argentina va a estar”.
El optimismo del diplomático francés sin embargo no tiene en cuenta la imprevisibilidad del gobierno de Buenos Aires, que es mucho más errático y cerrado que lo que pueda pensarse, porque nunca puede estarse a cubierto de sorpresas en cuanto a volteretas y posturas demagógicas hacia adentro y hacia afuera, sobre todo cuando se está en las proximidades de elecciones y los consecuentes brotes voluntaristas para captar votos son capaces de superar cualquier pronóstico, por más insensato que parezca. Debe tenerse presente además que la búsqueda del acuerdo requiere la movilización de decenas de negociadores de continente a continente, y es así que el diplomático galo explicó que “no se puede movilizar a todos esos negociadores y no avanzar, eso provoca cansancio”, y evaluó que la participación argentina “es una telenovela que forma parte del juego y hay que aceptarla”, aún teniendo en cuenta que se ha contado con el elemento muy positivo del cambio de postura de Brasil, que en enero del año pasado en la reunión de Chile planteó la necesidad de redactar una oferta para la Unión Europea.
“Se está realmente en eso. Nosotros (la UE) tenemos la máquina bastante aceitada, la oferta está casi lista. El problema es ahora el Mercosur, que debe definir su oferta”, manifestó el representante europeo, con su visión todavía confusa respecto a como se las gastan en Buenos Aires, y sobre lo que sí tenemos una idea aproximada los uruguayos teniendo en cuenta las idas y venidas de la relación bilateral por los serios problemas internos y contradicciones en Argentina.
Una pauta de como vienen las cosas surge de una información publicada por el diario Folha de Sao Paulo, el que dando cuenta de versiones provenientes de Itamaraty indica que las relaciones entre Brasil y Argentina están en un mal momento, y a la vez señala que incluso Brasil tendría un Plan B ante la reticencia argentina a permitir avances significativos en la región.
Ese plan B, como se dijo en una oportunidad ante las trabas argentinas por su proteccionismo exacerbado, contaría con el respaldo de Paraguay y Uruguay e incluiría un cronograma de apertura comercial diferente para cada país del Mercosur. Aunque esa flexibilidad le permitiría a Argentina ser más proteccionista que sus socios regionales, ya Buenos Aires habría rechazado esa proposición al entender que un ritmo diferenciado de apertura comercial dentro del Mercosur es incompatible con el proceso de profundización de la integración dentro del bloque.
Lo que por supuesto es una postura delirante, muy del gobierno de Cristina Fernández, porque si hay un país que ha hecho por entorpecer, degradar la integración y el funcionamiento del Mercosur con mil y una medidas a contramano del espíritu y la letra del acuerdo ese es precisamente Argentina, y hoy lo está reafirmando nuevamente, por si había alguna duda.
Ahora, tras el reciente arreglo con el Club de París, aunque a los bandazos, Buenos Aires parecía haber asumido que no puede seguir como un paria en el mundo financiero internacional, porque eso arrastra también su intercambio comercial, pero a la vez quiere reacomodarse de cara al frente interno, posando de defensor de la soberanía cuando hasta ahora solo ha cometido errores que le han costado miles de millones de dólares de encarecimiento de la deuda que se resistió a pagar, y que pretendió paliar mediante un encendido proteccionismo por falta de divisas. Ahora habría espacio para que Argentina se inserte nuevamente, aunque con dificultades, en la comunidad internacional, pero la complejidad --por ser benignos con el término-- del manejo de la política internacional e interna del gobierno kirchnerista sigue sembrando dudas de cual será finalmente el rumbo y hasta donde pretende seguir tensando la cuerda con sus vecinos y en las negociaciones con la UE.
Es que ya va más de una década de negociaciones entre los bloques, y mientras Buenos Aires deshoja la margarita --antes lo había hecho Brasil, es cierto-- la UE sigue en contactos con Estados Unidos para obtener reciprocidad en el intercambio preferencial de sus productos. Seguir esperando el tren indefinidamente en la estación mientras otros siguen adelante, cansa a propios y a extraños, y podría llevar a otra frustración, como si los recursos y las oportunidades sobraran en este mundo que no espera a los que se quedan atrás.
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