Locales | 07 Jun A las 16.07 la velerista sanducera Dolores Moreira, distinguida en las últimas horas con la “Llama Olímpica”, por ser la mejor deportista joven del país, encendió el pebetero ceremonial de los festejos de la ciudad. Esta vez no fue en plaza Artigas. Por primera vez en estos 22 años de celebración del día de la ciudad, conmemorando la firma del decreto que elevó a la comunidad a la categoría de ciudad, el 8 de junio de 1863, la llama no arde junto al monumento a Artigas.
Esta vez es en plaza Constitución, recordando que este año se conmemoró el centésimo quincuagésimo aniversario de la Defensa de Paysandú 1864-1865. Allí, de cara a 18 de Julio, de espaldas al monumento al general Leandro Gómez, que con su espada a tierra sigue firme en su frase eterna, “Hasta sucumbir”, frase hecha carne y espíritu en cada sanducero, en verano como invierno, en sol como en lluvia, arde el fuego de la ciudad.
La llama fue encendida de mañana en la Meseta de Artigas, en el pebetero histórico en la base del monumento al prócer, que sigue mirando en lontananza, imaginando un futuro que no pudo concretar, pensando ideas de nación que no le dejaron establecer.
El intendente Bertil Bentos y otras autoridades municipales se trasladaron al lugar, cercano a la localidad de Chapicuy, para acompañara a los 16 atletas que a paso de maratón hicieron el camino a Paysandú por Ruta 3, deteniéndose para descansar en Constancia. Esperaron allí el momento de volver a la ruta, para poder llegar con puntualidad a las 16. Y lo hicieron. Precedidos de motos de la Dirección de Tránsito, arribaron a las 16.04 a plaza Constitución.
Allá en la Meseta, las atletas Ana María Alzamendi y Susana Duré, tomaron la llama de Artigas y encendieron la antorcha para trasladarla en postas hacia Paysandú, la ciudad que continuó con su actividad habitual, construyendo el presente minuto a minuto, sabedores que es la única manera de tener un futuro ansiado y pleno.
Aquí en la plaza Constitución, también esperaba el intendente Bentos, junto a otras autoridades. También había niños de varios institutos de enseñanza. Y artesanos ofrecían el fruto de sus manos y creatividad. Muchos, seguían en su incesante pasar, en sus propios asuntos. Otros, se dieron un instante para esperar la llegada de la llama que representa lo que es esta ciudad y quienes en ella vivimos.
Finalmente, con esa emoción propia del orgullo sanducero, Dolores Moreira recibió la antorcha y subió al pebetero ceremonial, mostró a todos la llama votiva y la dejó caer. Llama con llama, sanducero con sanducero. Una imagen simple, casi banal. Pero a la vez poderosa. Porque en cada aniversario, la ciudad reafirma que depende de todos sus habitantes para crecer, para dar felicidad a la comunidad. Sanducero con sanducero. La llama de la ciudad arde en la plaza.