Paysandú, Domingo 15 de Junio de 2014
Opinion | 15 Jun Que José Mujica es un presidente en campaña electoral no hay dudas. Alcanza con escuchar sus audiciones por M24, que incluso están disponibles en la web de Presidencia, para resaltar el uso indebido de ese espacio. Es ese mismo que anteriormente lo hacía como dirigente de un sector político pero que hoy utiliza para llevar adelante una campaña en la que se encarga de atender a la “oposición”.
En la audición del viernes 25 de abril, el primer mandatario hizo referencia a la “intención política de dar un tono de visión negativa” a su gobierno y comparó su gestión con la de Luis Alberto Lacalle.
Pocos días después se refirió a la puesta en marcha de la iniciativa que regula el comercio del cannabis y señaló que no solo el mercado ilegal de la marihuana mueve mucho dinero sino que no descartó que ese dinero haya ingresado a la política uruguaya. “Yo no sé si la marihuana no está participando en la campaña electoral”, dijo. “Nos estamos ganando adversarios económicos importantes y no sé si eso no está pasando. Tengo mi desconfianza”, sostuvo.
Posteriormente --pocos días antes de las internas-- pidió que las campañas electorales se hagan con “altura en nuestras discrepancias”, instó a “dejar las ofensas por el camino” y recordó que “las elecciones pasan, vienen tiempo de decisión y el país es uno y responde”. En al menos un mes, él mismo hizo campaña por su partido, se comparó con gobiernos anteriores, dudó de la fuente de financiación electoral y pidió altura de miras en el debate político.
Ahora, tras la finalización de las internas y con las cartas vistas, en su audición del viernes pasado habló sobre los “valores” de una sociedad. En esta oportunidad, el mandatario reflexionó acerca de los reclamos existentes hacia la educación “cuando los hombres fallan” y rechazó la mezquindad como “ese yuyo tan malo” que “aflora en nuestras sociedades”.
Mujica apuntó a que “en la cosa pública nunca lo veremos de entrada” a estos aspectos negativos, “pero que juegan en el fondo de la gente”. El presidente hizo todo este planteo para señalar que “hemos visto señorones ir de garrón porque los llevan y no tener la delicadeza mínima, cobrando sueldos opíparos, de poner algún mínimo aporte para los gastos elementales de una organización política”. Esta crítica hacia su interna genera otras hacia él. Evidentemente no debería utilizar una audición ni su investidura para pasar facturas ante comportamientos permitidos porque esos “señorones” que reiteran sus nombres en las listas y no aportan, no se nombran solos y terminan confundiendo --tanto como él-- la diferencia entre “precios” y “valores”.
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