Opinion | 11 Jun En 1975 el maestro y músico venezolano José Antonio Abreu fundó un sistema de acción social a través de la música, que utiliza la instrucción y la práctica de la música como instrumentos de transformación social y de desarrollo humano. Este modelo pedagógico, artístico y social ha alcanzado relevancia en el mundo entero. En Uruguay a través de la Fundación Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles del Uruguay.
La fundación se enfoca fundamentalmente en el desarrollo moral de los niños, lo que no se limita al aprendizaje de la música exclusivamente, sino que esta es una herramienta para potenciar el desarrollo de los niños en forma integral, favoreciendo a través de su participación en orquestas, el desarrollo de su capacidad cognitiva, su interacción social y su sensibilidad a través del arte.
El aprendizaje de la música permite mostrarles otra realidad que la de su entorno y ofrecerles la perspectiva de un futuro más venturoso. Involucrados en orquestas y coros, los niños integran valores como el respeto al otro, la constancia en el esfuerzo, el desarrollo de la concentración y la autoestima. Es, por tanto, una eficaz lucha diaria contra de la pobreza y la exclusión.
En ocasión del cumpleaños de la ciudad, se presentó --por segunda vez-- en Paysandú (y por primera vez en el Florencio Sánchez) la Orquesta Sinfónica Infantil Juvenil de Florida. Es una de las orquestas sinfónicas que en nuestro país sigue el modelo establecido por José Antonio Abreu.
Escucharla fue un placer, más allá que técnicamente pueden indicarse algunas falencias. Pero asistir a un espectáculo de este tipo realizado por niños y jóvenes que no tienen más de tres años de experiencia en la música, es una experiencia reconfortante, por la música, pero también porque provienen de hogares con dificultades, con necesidades insatisfechas. Ver su concentración y apreciar su técnica es ciertamente una clara demostración de que es posible escapar de la pobreza y exclusión.
Si Florida puede, seguramente Paysandú también. Y es precisamente en ese sentido que nuestra comunidad, a través de las autoridades competentes, debe transitar. Aquí en Uruguay está la estructura y claramente ha obtenido señalados logros a nivel musical, pero especialmente en la contribución al desarrollo de los niños y jóvenes.
Ni que decir que en Paysandú hay quienes dentro de esas franjas etarias están en pobreza o en espacios de exclusión y que pueden ciertamente reinsertarse con éxito en la sociedad, ser capaces de un sostenido crecimiento como personas, que repercuta en su medio ambiente y que contribuya a la sociedad toda.
Paysandú merece una orquesta sinfónica infantil juvenil. Es posible tenerla y mantenerla. Y sería un verdadero logro bien de sanduceros.