Paysandú, Domingo 22 de Junio de 2014
Deportes | 19 Jun Escenario: Estadio Maracaná de Rio de Janeiro. Árbitros: Mark Geiger (Estados Unidos), Mark Sean Hurd (Estados Unidos) y Joe Fletcher (Canadá).
Chile: Bravo; Jara, Silva, Medel; Mena, Aránguiz (64’ F. Gutiérrez), Díaz, Isla; Vargas (85’ Valdivia), Vidal (88’ Carmona), Sánchez. DT: Jorge Sampaoli.
España: Casillas, Azpilicueta, Ramos, Javi Martínez, Jordi Alba, Alonso (46’ Koke), Busquets, Silva, Pedro (76’ Cazorla), Iniesta y Diego Costa (64’ Torres). DT: Vicente del Bosque.
Goles: 20’ E. Vargas, 42’ Aránguiz.
Amonestados: Alonso (E); Vidal, Mena (C).
Más allá de que fútbol es fútbol, España terminó siendo protagonista inesperado de dos resultados sorpresivos de las dos primeras fechas del Mundial 2014. Tanto, que tan solo dos partidos le alcanzaron al campeón del mundo para quedar de rodillas en el Grupo B y despedirse rápidamente de la cita en Brasil.
Chile fue el verdugo, el que lo obligará a jugar su último partido eliminado, ya sin chances y con la dura mochila a cuestas de haber tenido una participación prácticamente humillante, pero fue Holanda el que le dio el primer empujón, durísimo, del que España no pudo levantarse. Y los trasandinos aprovecharon ese duro golpe anímico sufrido por los orientados por Vicente del Bosque. Chile salió decidido a hacer leña del árbol caído, sabiendo que la receta pasaba por quitarle la pelota a un rival que estaba necesitado, y que comenzaría a dar facilidades a medida que pasaran los minutos y no se hiciera de la pelota. Pero los sudamericanos no solo cumplieron con esa parte del libreto, sino que fueron por más, creando peligro sobre la valla de un desesperado Casillas, que a los 20 minutos de juego vio como los chilenos se ponían en ventaja. Y a poco de finalizar ese primer tiempo, luego de que el arquero diera rebote tras el tiro libre de Alexis Sánchez, Aránguiz marcó el segundo y definitivamente tiró por tierra toda reacción de un campeón sin alma y sin fútbol. Porque España amagó una reacción que nunca confirmó pese al cambio de algunos nombres. El golero chileno Bravo conjuró lo poco que pudo crear el campeón, en el que solo Iniesta le ponía un poco de amor propio, mientras que Chile bien pudo aumentar el tanteador al sentirse cómodo de contragolpe, pero falló en definición. Los trasandinos dominaron estratégicamente el pleito ante la desazón generalizada de los españoles, que fueron una sombra y nunca encontraron respuesta, ni futbolística ni anímica, para revertir un final que prácticamente nadie esperaba, y que terminó por sepultar al campeón del mundo, que terminó de rodillas en solo dos partidos.
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