Paysandú, Lunes 23 de Junio de 2014
Opinion | 16 Jun A comienzos de este mes, el gobierno de Estados Unidos presentó un plan para reducir 30% la contaminación de las plantas generadoras de electricidad que dependen del carbón, para 2030. Estas centrales eléctricas son las mayores productoras de gases de efecto invernadero por la cantidad de dióxido de carbono y las autoridades de la Agencia de Protección Ambiental (EPA en inglés) estadounidense estiman que entre 2020 y 2030 la reducción será más del doble de la contaminación emitida durante 2012.
Los referentes de la EPA se manifestaron convencidos de que la meta “es ambiciosa, pero alcanzable”.
El sábado pasado, el presidente Barack Obama dio un discurso ante jóvenes graduados de la Universidad de California-Irvine, donde hizo un llamado a conservar el planeta para las futuras generaciones y anunció la creación de un fondo de U$S 1.000 millones para las comunidades afectadas por los desastres naturales relacionados con el clima como incendios, sequías e inundaciones.
“La cuestión no es si debemos actuar, la cuestión es si estamos dispuestos a actuar antes de que sea demasiado tarde”, remarcó Obama.
Mientras tanto, Europa sigue superando sus compromisos adquiridos en el Protocolo de Kyoto de 1997, un tratado al cual nunca adhirió Estados Unidos. Aquel continente ha recortado un poco más de 11% las emisiones, en tanto el compromiso inicial se ubicaba en 8%. El último Protocolo vigente hasta 2020 contiene a los países que emiten apenas el 13% de las emisiones globales y donde los mayores emisores –Estados Unidos y China son responsables de la mitad-- siguen ausentes.
El punto del discurso presidencial no es verdadero. Obama habla de proteger al medio ambiente y no lo hace para promover las fuentes renovables, sino por otras necesidades que ciertamente no mencionó a los jóvenes de California-Irvine.
La sustitución de centrales alimentadas a carbón por otras de gas natural no ha sido un gran esfuerzo y mejoran –obviamente-- el nivel de emisiones. Es que Estados Unidos lo hace por la emergencia del gas de esquisto, que ha aumentado su producción a precios reducidos y precipita --de manera natural-- hacia una completa renovación de las fuentes de energía en las industrias norteamericanas.
Esa generación que, según Obama, ha vivido los ataques terroristas del 11 de setiembre y la peor crisis económica desde la Gran Depresión para transformarse en la más educada, diversa, tolerante e independiente, se ha perdido la oportunidad de escuchar la sinceridad de uno de los grandes líderes mundiales.
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