Paysandú, Miércoles 25 de Junio de 2014
Locales | 24 Jun Es hecho sabido que el 15 de junio reciente se realizaron elecciones presidenciales en Colombia, en muy reñida pugna, en las cuales quien ocupaba el cargo presidencial desde hace cuatro años, Juan Manuel Santos, en lucha electoral con Oscar Iván Zuloaga, obtuvo la mayoría de los sufragios indispensables para lograr ser reelecto para un segundo mandato presidencial, por tanto para ejercer el cargo durante los próximos cuatro años.
Como se expresa precedentemente, fue una muy reñida pugna, pero tal como se informa en nota de Andrés Oppenheimer que el diario metropolitano El País inserta en su edición del pasado sábado 21, el reelecto Presidente Santos “anunció que enviará un proyecto de ley al Congreso colombiano para prohibir las reelecciones presidenciales, y para extender el actual período de cuatro años a cinco o seis años, empezando con el próximo presidente”.
Entre lo que se inserta en dicha nota se expresa que varios analistas colombianos, entre los cuales se incluyen quienes son críticos de Santos, han coincidido acerca de que es una excelente idea la prohibición futura de la reelección presidencial, con lo cual el responsable de esta columna coincide plenamente; y a tal coincidencia se agrega que “desde que el Presidente Uribe aprobó en el 2004 una ley destinada a permitir las reelecciones que lo autorizó a ser reelecto en el 2006, tanto Uribe como Santos han usado enormes recursos estatales para promover sus propias carreras políticas”, según consideran quienes han expuesto tales opiniones.
Agrega el responsable del precitado muy interesante comentario que, “aunque no tanto como sus vecinos, los presidentes colombianos se han vuelto cada vez más fuertes, debilitando las instituciones y al sistema de división de poderes que son los pilares del sistema democrático”, según en su opinión sustentan muchos colombianos.
Y expresa también que si, tal como se espera, el Congreso aprueba la prohibición de futuras reelecciones, Colombia se apartaría de la reciente ola de hombres fuertes, aparecida en varios países iberoamericanos, a los cuales han alterado después de lograr sus iniciales triunfos electorales y de convertirse en dictadores electos. Entre los ejemplos que glosa se encuentra el de quien ejerce hoy la presidencia de Ecuador, Rafael Correa, quien no obstante haber prometido dejar la presidencia en 2017 ahora está buscando cambiar la Constitución para consagrar la reelección indefinida. También en otros países, como es el caso de Bolivia, se da la situación en la cual, quien ejerce la presidencia, busca futuro triunfo que lo lleve a lograr en octubre el 74% de los votos, algo que se entiende posible pues controla casi todas las instituciones, incluido el tribunal electoral, lo cual hace pensar que si los líderes opositores no se unen podrá alterar la Constitución para lograr la reelección indefinida, algo que también obtuvo en Nicaragua el presidente Daniel Ortega.
Atento a tantos antecedentes negativos en Latinoamérica, lo razonable es culminar esta columna con total coincidencia con los conceptos con los cuales Oppenheimer culmina su muy interesante e instructivo comentario, pues considera que el anuncio del reelecto presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, relativo a su promoción del proyecto de ley tendiente a prohibir en el futuro la reelección presidencial es gran noticia. A ello agrega que ojalá marque el principio de una nueva tendencia que lleve al principio del “fin de los hombres fuertes” y al retorno de la separación de poderes en Sudamérica, que es importante antídoto contra la corrupción gubernamental, la represión política y los desastrosos experimentos económicos que hemos visto en la región en los últimos años.
Es con profundo agrado que me sumo a tal conjunto de acertados conceptos.
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