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Paysandú, Martes 01 de Julio de 2014

Sí señor, la Celeste lo hizo de nuevo

Deportes | 25 Jun Escenario: Estadio das Dunas de Natal. Árbitros: Marco Rodríguez, Marvin Torrentena y Marcos Quintero (México).
Uruguay: Fernando Muslera, José María Giménez, Diego Godín, Martín Cáceres, Alvaro González, Egidio Arévalo Ríos, Nicolás Lodeiro (46’ Maximiliano Pereira), Alvaro Pereira (62’ Christian Stuani), Cristian Rodríguez (77’ Gastón Ramírez), Edinson Cavani y Luis Suárez. DT: Oscar Tabárez.
Italia: Gianluiggi Buffon, Andrea Barzagli, Leonardo Bonucci, Giorgio Chiellini, Matteo Darmian, Mattia De Sciglio, Andrea Pirlo, Marco Verratti (75’ Thiago Motta), Claudio Marchisio, Mario Balotelli (46’ Marco Parolo) y Ciro Immobile (71’ Antonio Cassano). DT: Césare Prandelli. Gol: 81’ Diego Godín.
Expulsado: 58’ Claudio Marchisio (I). Amonestados: Mario Balotelli, Mattia De Sciglio (I); Egidio Arévalo Ríos, Fernando Muslera (U).

Puso todo. Lo dejó todo. Metió un poco más, sabiendo que no quedaba otra que ganar o ganar para poder seguir de largo.
Y esta Celeste acostumbrada a pelear con la más fea alcanzó el objetivo. Con el corazón en la boca, fiel a su historia, se impuso 1 a 0 Italia y desató la locura, esa que se genera por la tensión de cada uno de los 3 millones de uruguayos que empujaron, que trabaron cada pelota y que elevaron allá arriba a Godín para que el zaguero acostumbrado a hacer goles importantes en su equipo, el Atlético de Madrid, esta vez lo convirtiera con la camiseta de Uruguay.
Había que pelearle palmo a palmo a un equipo al que un empate le alcanzaba para seguir de largo. Había que pelearle y superarlo. Por eso fue que el día previo el técnico de la Celeste, que ayer vistió de blanco, modificó la forma de pararse en la cancha más allá de utilizar los mismos nombres que pocos días antes habían superado la primera prueba de fuego, también con la soga al cuello.
Y así comenzó a sorprender a Italia. Fue una línea de tres o de cinco, dependiendo de quién fuera el dueño de la pelota.
Pero los tres millones de uruguayos, hombres, mujeres y niños, fueron los que comenzaron también a jugar el partido ante los italianos. Fueron los que vibraron cada vez que el “Cebolla” Rodríguez se juntaba con “Palito” Pereira para escalar metros. Los que dieron fuerza a Cavani para seguir batallando junto a Lodeiro para que Pirlo no manejara la pelota más allá de algún tiro libre peligroso que conjuró Muslera.
Fueron también los que vieron que se limitaba al rival, pero faltaba algo más porque había que ganar y el juego no aparecía.
Buffon fue el que despertó lamentos y suspiros cuando le tapó primero a Suárez y luego a Lodeiro en la misma jugada la posibilidad más clara de gol. Todo el país lamentó que los envíos bien de lejos de Cáceres al arco italiano, conociendo a Buffon, no pudieran sorprender. O los que se calentaron cuando un suplente italiano invitó a pelear a Lugano, suplente en el banco celeste, en medio de un partido que se jugaba adentro y afuera. Uruguay intentaba solo por la izquierda, se comenzaba a perder la mitad de la cancha, por lo que los cambios intentaron darle salida al equipo por el otro costado. Y los lamentos siguieron. Primero porque un clarísimo penal a Cavani no fue sancionado. Luego porque el “Cebolla” se lo perdió solo. Aunque se respiró con la expulsión de Marchisio, y se apostó a sumar gente arriba. Buffon volvió a evitar ante Suárez la caída de su arco, y Giménez salvaba poco después del otro lado, porque había que salir y era complicado aguantar atrás.
Hasta que llegó el gol de Godín, un poco de cabeza y con mucho de espalda. Y después fue tiempo de aguantar y buscar la contra, mediante la cual Suárez se perdió el segundo. El pasaje estaba sellado, como el pasaporte de Italia para la vuelta.
El sábado será otro desafío.


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