Paysandú, Martes 01 de Julio de 2014
Opinion | 28 Jun Prácticamente en forma simultánea al rebrote del conflicto con la Argentina por el aumento de un 8 por ciento en la producción de la planta de celulosa de UPM, que se lleva al millón 300.000 toneladas anuales, se ha inaugurado recientemente la planta similar construida por Montes del Plata, que representa la mayor inversión privada en la historia del Uruguay.
La unión de dos grandes compañías del sector forestal, como lo son Arauco y Stora Enso, ha hecho posible este emprendimiento que produce en base a los estándares más exigentes a nivel mundial, y que procesa un volumen del mismo orden que alcanza ahora la productora de origen finlandés. La empresa desarrolla actividades en los departamentos de Colonia, Durazno, Flores, Florida, Maldonado, Paysandú, Río Negro, Rivera, Rocha, Soriano y Tacuarembó, y tiene oficinas en varios departamentos, incluyendo a Paysandú, donde cuenta con un importante volumen de montes de explotación forestal.
Durante su construcción, Montes del Plata ha significado una inversión de unos dos mil millones de dólares y representó un incremento del Producto Bruto Interno del uno por ciento, es decir mil trescientos millones de dólares, lo que se elevará al 1,7 por ciento con la industria produciendo a pleno régimen.
No son valores nada despreciables para un país que hasta la década de 1980 era mencionado como “un país sin árboles”, porque tenía apenas unos pocos y menguados montes indígenas y algunas implantaciones de eucaliptos de abrigo y pinos en zonas aisladas. Pero la aprobación de la Ley de Desarrollo Forestal a fines de la década de 1980, y políticas de Estado de apoyo han permitido esta realidad de hoy, con cerca de un millón de hectáreas forestadas y sin que se haya llegado todavía al máximo potencial.
Pero sin dudas lo que debe tenerse presente es la magnitud de la explotación forestal desde el punto de vista de la producción mundial de celulosa, por cuanto Uruguay a través de estas dos plantas llegará a producir la cuarta parte de la celulosa que se produce en el subcontinente sudamericano, y el 4 por ciento de la producción mundial, nada menos.
Este porcentaje puede valorarse en su real magnitud si tenemos en cuenta que por ejemplo, con la explosión sojera, nuestro país no llega al 1 por ciento de la producción mundial de este grano, y que tampoco alcanza este porcentaje en la producción cárnica, que han pasado a ser sostenes tradicionales y columna de las exportaciones uruguayas.
Es por lo tanto un aporte productivo muy valioso la entrada en funcionamiento de estas plantas, aunque resta todavía el salto de calidad que implique dotar de mayor valor agregado a la madera, para generar más riqueza y fuentes de trabajo.
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