Paysandú, Jueves 03 de Julio de 2014
Opinion | 26 Jun En los últimos días se conoció que en un control de rutina de aguas residuales recogidas en marzo pasado en el aeropuerto internacional de Viracopos, en la ciudad brasileña de Campinas, fue descubierto determinado virus de la poliomielitis, una enfermedad que durante muchos años fue azote de la humanidad y de la que tuvimos en determinadas épocas epidemias también en Uruguay.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta hoy no se ha detectado en esa zona ningún caso de polio, y por ahora no hay ninguna prueba de transmisión del polivirus salvaje de tipo 1, lo que no indica igualmente en forma absoluta que no haya difusión potencial de esta enfermedad en esa región o en otras donde eventualmente pueda manifestarse este virus.
Debe tenerse presente que según la OMS la región “América” está considerada exenta de transmisión de virus de la polio desde 1991 y Brasil desde 1989, y no se ha registrado ningún caso de transmisión del poliovirus salvaje desde 1989.
Pero igualmente las autoridades sanitarias de Brasil han reforzado actividades de vigilancia sobre el poliovirus salvaje y de las personas no inmunizadas. Más de un 95 por ciento de la población, como en los otros países de la región, está vacunada contra este flagelo y en Sao Paulo la última campaña de vacunación tuvo lugar desde junio del año pasado.
Teniendo en cuenta que existe este régimen establecido de vacunación en el esquema regular de la población, la Organización Mundial de la Salud estima que el riesgo de extensión o de aparición incluso de casos es muy bajo, y se aclara que el virus ha sido importado y por lo tanto recomendó vacunación a todos los viajeros provenientes o que se dirijan a las regiones donde se ha detectado el virus, lo que es especialmente importante si tenemos en cuenta que está en pleno desarrollo el Campeonato Mundial de Fútbol con decenas de miles de visitantes.
En forma paralela, se supo que existe en países africanos una epidemia de Ebola, fiebre hemorrágica con altísima tasa de mortalidad, y que está “fuera de control”, con 60 focos activos en Guinea, Liberia y Sierra Leona, con el potencial de trasladarse a otras zonas, según la organización Médicos sin Fronteras (MSP), la que indica que dicha epidemia “es de magnitud sin precedentes por su distribución geográfica, por el número de casos y el número de víctimas”.
Pero sobre todo el punto radica en que “la epidemia está fuera de control, y con la aparición de nuevos focos en Guinea, Sierra Leona y Liberia, y el riesgo de propagación a otras zonas hoy en día es real”.
Si bien estamos ante dos situaciones muy distintas, en un caso con una epidemia declarada fuera de control de una enfermedad terrible, y en otro caso con la reaparición de un virus también temible, en sus distintos tipos, hay elementos de contacto que no deben perderse de vista.
Así, es vital en un esquema de estas amenazas potenciales a través de la globalización y las comunicaciones que han hecho minimizar las distancias, el mantenernos vigilantes y actuar en forma sistemática en la prevención y controles, más allá de la investigación, para que resulten más efectivas las terapias y las curas posibles a través de medicación.
En su momento hubo epidemias de carácter universal, como la viruela, la peste negra, la peste bubónica, la lepra, entre otras enfermedades que durante siglos diezmaron pueblos en el Viejo Continente, fundamentalmente, pero el avance de la medicina, de la tecnología, de las condiciones de vida de las poblaciones, el descubrimiento de las vacunas, ha permitido ir acotando la difusión de agentes patógenos y en muchas enfermedades prácticamente erradicarlos, por lo menos en cuanto a su potencial contagio.
Pero a la vez el avance en los sistemas de transporte, la rapidez de las conexiones, ha generado un factor adicional de riesgo, porque en poco tiempo se pueden difundir globalmente enfermedades que tienen apenas focos remotos como principio, de lo que ha sido un ejemplo reciente la gripe aviar, aunque siempre hay condiciones naturales que significan un posible límite natural para su difusión, pese a la multiplicación del riesgo.
Ocurre que por ejemplo el Ebola parece una amenaza lejana y exótica, pero ha pasado que apareció en su momento puntualmente en Italia y Estados Unidos, debido a la importación de animales, aunque fue descubierto, acotado y erradicado en esos países. Por otra parte, Brasil es un país muy vinculado al continente africano, en gran medida porque exporta muchísimo hacia ese continente y además busca expandir su influencia hacia esas regiones. Por ese motivo existe un intenso tránsito de personas que van y vienen constantemente por las numerosas conexiones aéreas entre los dos continentes, que podrían hacer de puente para una eventual propagación de enfermedades.
En Uruguay, debido a su latitud, y a medidas que se han adoptado en su momento, hemos podido evitar hasta ahora la aparición de casos de cólera y de dengue, aunque en este último caso tenemos el vector, que es el mosquito Aedes Aegypti, que ha extendido su hábitat hasta nuestras latitudes y puede por lo tanto generar una epidemia a partir de algún caso importado.
Debido a la disputa del Campeonato Mundial de Fútbol, el retorno de centenares de miles de turistas a todo el mundo genera un potencial adicional de difusión de enfermedades, y en este posible escenario receptivo se encuentra el Uruguay, con el agravante de que somos un estado limítrofe.
Pero sobre todo, porque pese a que a nivel de las autoridades de la salud en sus persistentes campañas preventivas y exhortaciones, que incluyen esquemas de vacunación, todavía hay amplios sectores de la población reticentes a adoptar medidas de prevención.
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