Deportes | 08 Jul Definitivamente la FIFA está decidida a no abrir ningún expediente más de oficio para sancionar a más nadie en el Mundial de Brasil, y la única “víctima” (más allá del secretario de prensa brasileño que trompeó a un jugador chileno fue “duramente” sancionado hasta el final del Mundial) será Luis Suárez. Ayer el Comité de Disciplina confirmó que no penará al colombiano Camilo Zúñiga por haberle quebrado la tercera vértebra lumbar al astro brasileño Neymar en el partido jugado entre ambas escuadras por los cuartos de final, pese a lo que había pedido el día antes la mismísima Confederación Brasileña de Fútbol. El motivo de la decisión es que la jugada protagonizada por el futbolista colombiano “no escapó a la atención de los árbitros del partido, que es el primero de los dos requisitos acumulativos y necesarios”.
La CBF tampoco tuvo suerte al solicitar tener en cuenta al capitán Thiago Silva, por considerar que la segunda tarjeta amarilla recibida en el torneo, justamente ante los cafeteros, fue injusta y por lo tanto se perdería (como sucederá) el choque de hoy ante Alemania.
“La Comisión Disciplinaria no puede considerar el asunto teniendo en cuenta que no existe una base legal que lo faculte para conceder tal petición”, se indicó.
Amarillas, no
Según el diario británico Bild, la FIFA dio directivas a los árbitros mundialistas, a través del jefe de colegiados, el suizo Massimo Busacca, que disminuyeran el uso de las tarjetas amarillas, siendo ese el motivo por el que a varios de los jueces se les han ido los partidos de las manos. Y cita como ejemplo el duelo entre Brasil y Colombia: hubo 54 faltas y solo 4 cartones amarillos.
Marche preso
La policía brasileña detuvo ayer a Ray Whelan, director de Match, la empresa que posee exclusividad con la FIFA para la venta de paquetes del Mundial, a quien acusa de liderar una red de reventa ilegal de entradas. Whelan, un británico de 64 años, se alojaba en el Copacabana Palace de Rio de Janeiro y se cree que estaba por encima del francoargelino Mohamadou Lamine Fofana, una de las 11 personas arrestadas la semana pasada en el marco de la operación “Jules Rimet” que desmanteló una red internacional de reventa ilegal de entradas. Según la Policía, el director de Match pasaba entradas VIP de cortesía a Fofana, destinadas originalmente a ONGs, patrocinadores y familiares de jugadores, y Fofana las revendía ilegalmente con ayuda de agencias de viaje y de sus contactos en el mundo del fútbol.
Unas mil entradas eran revendidas ilegalmente por partido, a un precio base de mil euros cada una. La banda operaba desde el Mundial de 2002 y habría ganado unos 95 millones de dólares.