Paysandú, Jueves 10 de Julio de 2014
Opinion | 09 Jul En más de una oportunidad durante este año, el presidente José Mujica ha relanzado la idea de reactivar y reestructurar el ferrocarril, un proceso en el cual su gobierno ha dado algunos pasos positivos, pero no ha logrado llevar a cabo salidas concretas. Lamentablemente han pasado los años, gobiernos de todos los partidos y sigue pendiente su reactivación, reestructuración y reformulación para ponerlo a tono con los tiempos, pese a sucesivos anuncios en este sentido.
En su momento la idea de la Administración Mujica era que la nueva operativa de cargas ferroviaria integrada en el 51% por AFE y en un 49% por la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) comenzara a funcionar a partir de este año, pero seguimos muy lejos de esta posibilidad. Uno de los elementos clave precisamente para poder entablar cualquier acción en este sentido refiere al traspaso de trabajadores a esta nueva empresa y definir el futuro de los empleados excedentarios de AFE. En su momento el rechazo de la Unión Ferroviaria a la propuesta del Poder Ejecutivo enlenteció y hasta ha dejado en la incertidumbre este paso imprescindible.
Esta sucesión de indefiniciones, de marchas y contramarchas, de callejones sin salida aparente, le costó el puesto en su momento al expresidente de AFE Jorge Setelich, quien por ejemplo había manejado que el transporte de piedra podría constituirse en una tabla salvadora para el ente en 2013 y generar un “salto cuantitativo” en el volumen de carga movilizado por el tren.
En abril Mujica divulgó que plantearía un eventual acuerdo nacional para decidir sobre la participación del gobierno chino en la reactivación del ferrocarril, y según dieron cuenta voceros gubernamentales, la intención del mandatario era no dilatar más el proceso de la reconstrucción de la red ferroviaria y por lo tanto requiere una ley especial que permita un acuerdo entre los estados de China y Uruguay para que la Corporación de Construcción Ferroviaria haga directamente los trabajos, y así cortar camino obviando el proceso licitatorio internacional.
Según Mujica, “si entramos en el camino de la licitación puede ser que estemos dos años discutiendo y apelando” y consideró que preparar un proceso de restauración utilizando el camino de la licitación puede llevar años de discusiones. “Queremos dejarle al gobierno entrante un camino que está iniciado y que después siga”, agregó.
El análisis del mandatario sucede a una lista de anuncios y contramarchas, pero con el ingrediente adicional de que estamos en año electoral, donde todo se codifica en función de intereses electorales en nuestro país, y es por lo menos controvertida la conveniencia de avanzar de facto, por encima del ordenamiento legal, con todo el tiempo que se ha contado desde que inició su mandato para generar una idea viable de poner en marcha si no hubiera buscado tener el apoyo o por lo menos evitar un choque con el gremio de AFE, que naturalmente siempre defiende los intereses de sus integrantes y no el general, por lo que no necesariamente lo que promueve coincide con lo que le sirve a Uruguay.
Por lo tanto, ante un conflicto de intereses y el condicionamiento del año electoral, el margen de maniobra en este 2014 no permite ser muy optimista respecto a realizaciones, teniendo en cuenta la disposición de un gobierno que, pese a este apuro de último momento, ha pasado años para llegar a una supuesta fórmula de salida nada menos que con una adjudicación directa, por mejor intención que se tenga.
Difícilmente se logre por lo tanto algún acuerdo y a esta altura mucho menos, tras postergaciones en la toma de decisiones, que no son fáciles, considerando la magnitud de los recursos que se necesitan. Se debería poner énfasis en un proyecto viable, y reconocer que se ha perdido demasiado tiempo en este período de gobierno, por haber seguido negociando hacia lo interno y con el sindicato una fórmula que nunca llegó, y que hay que dejar las cosas para ver si el próximo gobierno esté en condiciones de acometer las realizaciones que han estado ausentes en estos cinco años respecto al ferrocarril.
Estamos además ya muy lejos, pero con un antecedente que no debe dejarse de lado, en el sentido de que preocupado por el excesivo desgaste de las rutas nacionales debido al aumento de producción del agro, en marzo de 2010 el presidente “anunció” que “en dos años habrá trenes de carga circulando a 60 kilómetros por hora”. El punto es que no sólo no se logró ese propósito sino que en su administración AFE transportó cada vez menos cargas, al punto que este año se estima que alcanzará apenas a las 800.000 toneladas, una cifra tan reducida que su único antecedente es el registrado en la grave crisis de 2002, lo que indica el grado de deterioro del ferrocarril y la magnitud del desafío a encarar.
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