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Paysandú, Miércoles 16 de Julio de 2014

Huyen los niños

Opinion | 16 Jul En la pobreza de nuestra campaña como de nuestras ciudades, muchas madres no podían criar a sus hijos y debían entregarlos a quienes podían asegurarles una vida digna. Las familias eran separadas por la pobreza y los hijos a veces nunca volvían a ver a sus padres. No era lo que se quería, pero era lo único que podía hacerse ante la falta de lo mínimo indispensable para sobrevivir en familia.
Esa separación forzosa de las familias, en realidad, no es algo nuevo pues desde el fondo de la historia, la miseria y la guerra han siempre cortado lazos familiares en todo el mundo. Y lo siguen haciendo. Porque esto sigue ocurriendo hoy mismo, con los niños y jóvenes como principales víctimas.
Pero quizás no había ocurrido un éxodo masivo de niños, impulsados por sus propios padres, hacia un solo país: Estados Unidos. Desde el último trimestre del año pasado, unos 50.000 niños y adolescentes centroamericanos han cruzado la frontera mexicana con rumbo a Estados Unidos, sin sus padres y sin documentos inmigratorios. Casi todos ellos huyen de El Salvador, Guatemala y Honduras, por la violencia de las bandas del narcotráfico y por la desesperanza económica existente en sus países.
La oleada de niños, que quedan en la calle, sin educación, sin asistencia sanitaria ni de otro tipo, a merced de la escoria humana, se ha convertido en un enorme problema para la administración de Barack Obama, que por el momento ha reaccionado solamente con medidas policíacas, como la creación de nuevos centros de detención y controles en la frontera.
Sus padres, desesperados por no poder mantenerlos, aterrorizados al ver el aumento de la violencia, y desilusionados porque sus gobiernos no logran promover el desarrollo de esos países, no encuentran otra cosa que enviar a sus hijos a la tierra de sueños y promesas. Que también tiene problemas y que precisamente discute qué hacer (y no logra ponerse de acuerdo) con los inmigrantes.
Este es otro tipo de emigración. Una de menores que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), carecen de educación. Solo el 27% de los jóvenes de Guatemala, 40% de los de Honduras y 41% de los de El Salvador terminan secundaria.
Ese es el problema, por lo que la solución puede apreciarse, aunque no hay quien le ponga el cascabel al gato. Lo que se necesita --y así lo han indicado líderes internacionales-- es una iniciativa que promueva la educación regional centroamericana para ayudar a que los niños de esos países pasen más tiempo en la escuela y menos en las calles. Sin un plan para mejorar la educación, los niños seguirán escapando de la realidad de sus países, buscando un sueño y muchas veces solo teniendo pesadillas.


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