Paysandú, Jueves 17 de Julio de 2014

Formación de emprendedores, una apuesta valedera

Opinion | 17 Jul El Ministerio de Industria, Energía y Minería tiene entre sus miras el impulsar una iniciativa para promover la creación de nuevas empresas, que recoge a la vez planteos y propuestas formuladas en su momento por legisladores de todos los partidos a fin de desarrollar el espíritu emprendedor en el Uruguay, que por su idiosincrasia es sin dudas un país en el que hay falencias en este aspecto.
En su momento se formularon consultas a diversos actores del denominado ecosistema emprendedor, con la perspectiva de enriquecer la propuesta, y contar así con una herramienta para encarar de forma integral una problemática compleja, y en gran media cambiar la pisada de la visión que tiene el ciudadano medio respecto a su futuro o actividad para lograr su sustento, pero sobre todo para potenciarse en el esquema socioeconómico a través de una diversidad de alternativas.
Lo fundamental, sin dudas, es a la vez el sacar a muchos trabajadores en situación de dependientes a lanzarse al desafío de generar su propio emprendimiento, aunque naturalmente no es fácil animarse a una etapa plena de incertidumbres en un mundo además donde existe fuerte competencia para quien busca algo más que ser un funcionario público y estar de por vida bajo el cobijo del Estado.
Debe tenerse presente que las micro, pequeñas y medianas empresas representan más del 95 por ciento de las empresas en actividad en el Uruguay, y que emplean el 55 por ciento de la mano de obra privada, en tanto su actividad en bienes y servicios representa aproximadamente el 40 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).
Anualmente la Dinapyme (Dirección Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas y Artesanías) está capacitando a unos 600 emprendedores por año, y de ese total promedialmente un 40 por ciento logra elaborar un diagnóstico y un plan de negocios, pero solo un 15 por ciento del total de emprendedores finalmente sale adelante y logra plasmar un emprendimiento bajo un proceso de tutoría con la supervisión de la Dinapyme.
Estos números naturalmente refieren solo a un porcentaje menor de los emprendimientos potenciales y que se trata de llevar adelante año a año, porque por fuera de esta iniciativa “formal” hay miles de intentos que surgen por fuera de los canales formales y esto termina generando muchas veces en los emprendedores riesgos patrimoniales, como consecuencia de créditos que se afrontan a puro riesgo y que no se pueden pagar con el retorno de la empresa creada. El punto radica en que estamos ante un aspecto que no puede dejarse sin la asistencia del Estado para que se pueda llevar a buen término la iniciativa, por cuanto corresponde sustentar con instrumentos adecuados, incluyendo la posibilidad de exoneraciones y subsidios temporales, los intentos que de plasmarse significarían fortalecer el esquema productivo y empresarial en una diversidad de áreas, con emprendimientos de riesgo que son la esencia de la apuesta a la creación y reproducción de la riqueza, incluyendo la incorporación de puestos laborales, naturalmente.
Por lo tanto, como principio general, es preciso mejorar el acceso a los instrumentos que hoy están a disposición de los emprendedores, como es el caso de fondos de garantía, capital semilla y subsidios en las tasas de interés de préstamos bancarios, entre otros, de forma de propender a una cultura emprendedora que mejore este desempeño.
Por cierto, el afrontar un emprendimiento de riesgo desde abajo conlleva muchas dificultades, e incluso demanda un período para su maduración no menor a tres años, debiéndose tener presente que la puesta en marcha de un negocio y trámites burocráticos lleva en promedio un año y medio.
Hoy las mipymes pueden acceder a ciertos beneficios impositivos como el pago de aportes sociales que comienzan con un 50% el primer año, suben al 75% el segundo y finalmente en el tercer ejercicio pagan el 100 por ciento, pero la idea es que los nuevos empresarios puedan beneficiarse en mayor porcentaje de una serie de estímulos fiscales e impositivos que hoy ya están vigentes, como la ley de compras públicas de bienes y servicios para las mipymes.
Hay de por medio además requerimientos en aspectos educativos, de creación de empresas, de políticas para la implementación de incubadoras de emprendimientos, mecanismos de financiamiento y acceso a capital, además de simplificar o derogar normas que suponen trabas burocráticas innecesarias a los emprendedores o desestímulo a la actividad económica.
Por cierto, entre otros factores condicionantes nuestro país padece deficiencias culturales para generar ideas diferentes y de arriesgarse. Sin dudas que emprender en el Uruguay presenta muchos riesgos, por aspectos sobre todo culturales, en un país además en el que para muchos ciudadanos el paradigma es lograr un empleo público de por vida, sin mayores riesgos ni zozobras, con múltiples beneficios y sin mayores complicaciones en un trabajo que además en promedio es remunerado decorosamente.
Se impone por lo tanto desarrollar jóvenes creativos, capaces de trabajar en equipo, tener liderazgo, asumir riesgos, desarrollar su capacidad de establecer metas y objetivos y alcanzarlos.
La motivación y preparación de emprendedores es consecuentemente una apuesta muy valedera, porque el desenvolvimiento del sector privado productor de bienes y servicios constituye la columna vertebral del desarrollo, y es una apuesta al futuro que mucho necesita el país para salir de un quietismo que se fue haciendo endémico con el paso de los años.


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