Paysandú, Viernes 18 de Julio de 2014

“Bueno, regular bueno”

Opinion | 12 Jul Las previsiones de performance que se habían formulado al principio del período respecto a la economía en América Latina para este año en buena medida van en línea con los hechos que se han registrado en el primer semestre de 2014 en esta parte del continente, aunque naturalmente siempre es motivo de diferencias la evaluación que hacen los economistas ante la heterogeneidad característica del área considerada.
Existe una variedad muy amplia factores condicionantes para una región que en muchos casos es tomada como un todo, pero que sin dudas presenta diferencias sustanciales en base a escenarios como inflación, endeudamiento, relación cambiaria y perfil de las respectivas economías de las naciones, más allá del tema social y político, donde los contrastes pueden llegar a ser tremendos.
Por lo tanto, al panorama internacional de los mercados, teniendo en cuenta que es una región tomadora de precios y de situaciones, debe agregarse una valoración en función de los escenarios internos, aunque sí pueden evaluarse situaciones en cuanto al intercambio de la región con el mundo y la repercusión en el subcontinente mediante la determinación de parámetros que en alguna medida puedan considerarse como un común denominador.
En tren de perspectivas, debe considerarse en primer lugar que efectivamente, como han tenido en cuenta en sus estudios los expertos de organismos internacionales que han dado a conocer proyecciones económicas para 2014, como es el caso del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se manifiesta cierta desaceleración del crecimiento, pero a la vez con una mejora en el perfil para 2015 y 2016.
Según el informe del FMI presentado en abril en Washington, la economía de Latinoamérica crecerá un 2,5 por ciento este año y 3 por ciento en 2015, lo que si bien significa un descenso respecto a lo que la región crecía en la década anterior, indica que las economías habrán de tener recuperación en relativamente corto plazo.
Las evaluaciones del Banco Mundial, a su vez, en base a 30 proyecciones procedentes mayormente de bancos del sector privado, señalan que la economía latinoamericana estará creciendo este año un 2,3 por ciento y en 2015 un 3 por ciento, en tanto en enero último el BM había previsto un futuro “esperanzador” para la región en base a un cálculo del 3,7 por ciento de crecimiento en 2016.
Claro que estamos ante proyecciones, que como tales deben ser corroboradas con el paso de los meses, por cuanto en economía no hay certezas, y hay avatares que a veces responden a medidas internas en cada país, cuando se disparan situaciones imprevistas, pero también por cambios y eventos en el escenario internacional.
Pero por otro lado, ya en una perspectiva que trasciende el período de un año, las evaluaciones en el corto y mediano plazo son cautelosas respecto a la sustentabilidad, porque América Latina corre el riesgo de un estancamiento económico, con un bajo crecimiento que se prolongue en el tiempo y pueda dar lugar en alguna medida a inestabilidades políticas. Por otra parte, bajos índices de crecimiento puede significar estancamiento, si la población de la región crece más rápido que la economía.
Es así que factores externos, como la caída de los precios de las materias primas, e internos, como deficiencias en infraestructura, educación y sistemas impositivos, han colocado a la región en la senda de un crecimiento cuando menos, modesto. El vicepresidente para América Latina del Banco Mundial, Jorge Familiar, evaluó que “ahora que los vientos cambian, de ser vientos que nos estaban impulsando a ser vientos en contra, hay que tomar medidas adicionales” para mantener la reducción de la iniquidad y de la pobreza.
Por su lado, el responsable de calificación de deuda soberana de Standard & Poor’s, Joydepp Mukheril, consideró que “el riesgo hoy en América Latina no es el colapso. Dejando de lado a Venezuela y Argentina, que tienen sus propios problemas, para los otros países el riesgo es el estancamiento, un bajo crecimiento que se prolonga demasiado como para ser políticamente sostenible”, y por su lado en este tema “la predicción que vemos para América Latina es nublado con posibilidad de lluvia”, dijo Andrés Meier, del Departamento para América Latina del FMI, para acotar que “si se toman en cuenta los dos casos, los desafíos externos y los cuellos de botella domésticos, se obtienen previsiones menos halagüeñas que en el pasado”.
Igualmente, los expertos coinciden en que la región está en una posición más estable que en el pasado para soportar sacudidas externas, aunque siempre el escenario va a depender de que las condiciones internacionales no se deterioren, de forma de confirmar expectativas, que de concretarse redundarían en una nueva mejora en la calidad de vida de la población de los respectivos países, más allá de las asimetrías y las desigualdades en la distribución de la riqueza, que es otro aspecto clave en consideración.
Pero están de por medio además los factores estructurales en cada país, conjugados con las políticas que se desarrollan en lo interno, para atender urgencias y cortoplacismos que han hecho a menudo que los recursos se destinen a atender síntomas y no las causas de los problemas, lo que compromete la sustentabilidad. El crecimiento se vuelve más difícil por lo tanto más allá de la coyuntura, ya que debe invertirse en áreas que responden a los problemas estructurales, como son la educación, la investigación, la tecnología, la logística y la búsqueda de reducir la dependencia de las exportaciones de materias primas y explotación de recursos naturales para encaminarse en una senda de crecimiento con desarrollo, incluyendo el dotar de procesamiento a los rubros primarios, para mitigar vulnerabilidades y dependencias.


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